El tabaquismo que no cesa

En julio de este año cumpliré una década sin tabaco. Lo dejé de manera radical y sin necesidad de ningún tipo de tratamiento, ni de terapia extraña, simplemente necesité una alta dosis de sensibilización y concienciación. Afortunadamente me di cuenta de que esta hierba y toda la porquería que la inyectan te deja mal herido e incluso acaba con tu vida. No sé que opinará cada cual sobre el valor de estar vivo y de conservar un buen estado de salud. Es fundamental, y sobre todo en lo que dependa exclusivamente de uno, el intentar mantener algunos hábitos saludables para intentar ser mejor con uno mismo y con los demás.

Ayer se celebró el Día Mundial sin tabaco, algo realmente necesario desgraciadamente por la cantidad de personas que siguen enganchadas a este droga denominada "blanda" y que sigue generando unas consecuencias terribles entre la población de nuestra sociedad. Este año de modo especial se considera la estrecha relación entre la mujer y el tabaco, y es que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) "de los más de mil millones de fumadores que hay en el mundo, el 20% son mujeres" con serios indicios de que "esta cifra va en camino de aumentar.".

Según la OMS "las tasas de tabaquismo de los hombres han alcanzado su punto más alto, mientras que las de las mujeres siguen aumentando. Las mujeres constituyen un importante blanco de oportunidad para la industria tabacalera, que necesita captar nuevos consumidores para remplazar a casi la mitad de los consumidores actuales, que morirán prematuramente por enfermedades relacionadas con el tabaco.
Resulta especialmente perturbadora la prevalencia cada vez mayor de consumo de tabaco entre las niñas. En un informe reciente, Las mujeres y la salud: los datos de hoy, la agenda de mañana, se aportan pruebas de que la publicidad del tabaco se concentra cada vez más en las niñas. Los datos de 151 países indican que alrededor del 70% de las adolescentes fuman cigarrillos, frente al 12% de los chicos de la misma edad".

Obviamente el tabaquismo me preocupa sobre todo como ciudadano, porque me resisto a que mis tributos se destinen a gastos sanitarios en torno a él, e incluso a que tenga que inhalar toda esa bazofia que lleva el humo del cigarrillo que, desgraciadamente, sigue poblando la mayoría de los locales de ocio de este país, y sin muchos indicios de que cambie la Ley, por mucho que desde el gobierno se nos vayan anunciando fechas y plazos, buenos propósitos y disposiciones para abordar el tan polémico, pero a su vez ansiado, cambio de la Ley y su desarrollo.

Ahora que ya se ha abierto la veda del coraje y del gobierno del riesgo desde el compromiso y la responsabilidad hacia la ciudadanía, es tiempo de aprobar de una vez esta reforma de la ley y de intentar acabar con esta enfermedad tan dañina y costosa para todos/as. Porque este asunto, también es capital para la sostenibilidad de nuestro sistema.




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