Munilla sigue alentado la polémica
La Jerarquía eclesiástica parece estar cada vez más distanciada de la Iglesia de a pie, de la Iglesia de la calle y de la que se aloja cerca de los ciudadanos/as que se consideran creyentes y parte de una comunidad cristiana que defiende los valores contenidos en el Evangelio y sobre todo el sentido común en la vida cotidiana de cada uno de nosotros.
No tengo que explicar aquí mis creencias y mi condición de cristiano, aunque es algo que siempre manifiesto abiertamente y sin titubeos. Me produce cierta perplejidad que quiénes tienen responsabilidades -llamémoslas "políticas" o si preferís "pastorales"- en esta Iglesia con la que nos identificamos muchas personas en este país, sigan viviendo de espaldas a la cotidianeidad social, miren hacia otro lado de modo interesado e incluso me atrevería a decir con cierto fanatismo, peligroso e innecesario en los tiempos que corren.
Las declaraciones de Monseñor Munilla, sobre la banalización del conflicto de Haití con respecto a otros "intereses espirituales" de la Iglesia me han parecido tremendamente malvadas, fueras de contexto y por supuesto impropias de un cristiano. No alcanzo a comprender como siguen permitiéndose ciertos nombramientos y como personas como estas puedan representar nuestros intereses -los de los católicos- en este mundo cargado de conflictos y de injusticias que requieren de un mayor activismo y de una mayor implicación, siempre desde el uso de estrategias de acercamiento basadas en el diálogo y en el consenso.
Obviamente la Fe está por encima de esto, pero apañados estamos si la evangelización del siglo XXI - necesaria y crucial para el sostenimiento de una Iglesia en cierto modo debilitada- pasa por la constante confrontación, la provocación y la falta de sensibilidad en cuestiones de hondo calado para las personas de cualquier religión, confesión o creencia. Creo mucho más productivo y práctico, situarse a pie de obra, al lado de los necesitados con hechos y no palabras.
Me encantaría también que este recién nombrado obispo de San Sebastián explicara, cara a cara, a todos/as y cada uno/a de los religiosos/as que viven en Haití el contenido de sus palabras y les convenciese de ellas. También sería estupendo que pudiese rectificar o matizar sus palabras, y sobre todo pedir perdón por el malestar que ha generado entre la ciudadanía católica y no católica de este país.
No tengo que explicar aquí mis creencias y mi condición de cristiano, aunque es algo que siempre manifiesto abiertamente y sin titubeos. Me produce cierta perplejidad que quiénes tienen responsabilidades -llamémoslas "políticas" o si preferís "pastorales"- en esta Iglesia con la que nos identificamos muchas personas en este país, sigan viviendo de espaldas a la cotidianeidad social, miren hacia otro lado de modo interesado e incluso me atrevería a decir con cierto fanatismo, peligroso e innecesario en los tiempos que corren.
Las declaraciones de Monseñor Munilla, sobre la banalización del conflicto de Haití con respecto a otros "intereses espirituales" de la Iglesia me han parecido tremendamente malvadas, fueras de contexto y por supuesto impropias de un cristiano. No alcanzo a comprender como siguen permitiéndose ciertos nombramientos y como personas como estas puedan representar nuestros intereses -los de los católicos- en este mundo cargado de conflictos y de injusticias que requieren de un mayor activismo y de una mayor implicación, siempre desde el uso de estrategias de acercamiento basadas en el diálogo y en el consenso.
Obviamente la Fe está por encima de esto, pero apañados estamos si la evangelización del siglo XXI - necesaria y crucial para el sostenimiento de una Iglesia en cierto modo debilitada- pasa por la constante confrontación, la provocación y la falta de sensibilidad en cuestiones de hondo calado para las personas de cualquier religión, confesión o creencia. Creo mucho más productivo y práctico, situarse a pie de obra, al lado de los necesitados con hechos y no palabras.
Me encantaría también que este recién nombrado obispo de San Sebastián explicara, cara a cara, a todos/as y cada uno/a de los religiosos/as que viven en Haití el contenido de sus palabras y les convenciese de ellas. También sería estupendo que pudiese rectificar o matizar sus palabras, y sobre todo pedir perdón por el malestar que ha generado entre la ciudadanía católica y no católica de este país.
Comentarios
Un saludo.
Saludos
Sinceramente prefiero el estilo de Carlos Amigo Vallejo, ex arzobispo de Sevilla, que el de Rouco, Cañizares o Munilla. Pero, en esto como en todo en la vida, es cuestión de gusto, o posiblemente de ideas.