El mundo se vuelca con Haití
Hoy lo comentaba en tuenti y en Facebook: "estoy sorprendido por la reacción mundial ante la catástrofe de Haití" cuyas dimensiones y alcance son sobramente conocidos por la información que deambula en las redes sociales, blogosfera y medios de comunicación. Sorprende porque todos sabemos de la resistencia de la Comunidad Internacional a la intervención rápida en determinadas latitudes, ante catástrofes naturales y artificiales (conflictos, vulneración de derechos y libertades, regímenes dictatoriales...), y de la excesiva burocracia que suele preceder a cualquier intervención militar o no militar ante hechos de idéntico dramatismo, aunque posiblemente no con el mismo alcance.
Resulta insólito y muy gratificante saber que el mundo entero reacciona como lo ha hecho ante el terrible terremoto que ha sacudido a la comunidad haitiana, aunque la mayor parte del daño esté hecho y sea irreversible. Todos nos preguntamos por qué no existe esta reacción humanitaria y solidaria de cualquiera de nosotros a pequeña escala, con otro tipo de catástrofes que acaban de la misma forma, con muerte, con destrucción, con dolor, y que en función del contexto o de la tipología del agente que la provoca la llamamos de una manera o de otra. Las desgracias están estrechamente ligadas a la condición humana, forman parte de nuestra vida y hemos de aprender a convivir con ellas. Sin embargo, insisto en que esta reacción global nos hace sentirnos a todo mucho mejores y quizás estemos asistiendo a un cambio de estrategia con respecto a la atención de los más necesitados.
Obviamente la naturaleza es imprevisible e indomable, pero estoy convencido -y lo digo como una intuición- de que la estrecha relación que este pueblo tiene con la pobreza ha agravado aún más la desgracia que les ha tocado padecer. No se trata de buscar culpables y menos en momentos tan dramáticos, pero es posible que muchos de los que hoy son solidarios y generosos ante la catástrofe, lo hacen con cierto remordimiento de conciencia por haber permanecido callados ante algunos hechos que indirectamente han contribuido a que este temblor de tierra haya sido tan devastador.
Si quieres puedes contribuir con tu donativo en cualquiera de estas cuentas.
Resulta insólito y muy gratificante saber que el mundo entero reacciona como lo ha hecho ante el terrible terremoto que ha sacudido a la comunidad haitiana, aunque la mayor parte del daño esté hecho y sea irreversible. Todos nos preguntamos por qué no existe esta reacción humanitaria y solidaria de cualquiera de nosotros a pequeña escala, con otro tipo de catástrofes que acaban de la misma forma, con muerte, con destrucción, con dolor, y que en función del contexto o de la tipología del agente que la provoca la llamamos de una manera o de otra. Las desgracias están estrechamente ligadas a la condición humana, forman parte de nuestra vida y hemos de aprender a convivir con ellas. Sin embargo, insisto en que esta reacción global nos hace sentirnos a todo mucho mejores y quizás estemos asistiendo a un cambio de estrategia con respecto a la atención de los más necesitados.
Obviamente la naturaleza es imprevisible e indomable, pero estoy convencido -y lo digo como una intuición- de que la estrecha relación que este pueblo tiene con la pobreza ha agravado aún más la desgracia que les ha tocado padecer. No se trata de buscar culpables y menos en momentos tan dramáticos, pero es posible que muchos de los que hoy son solidarios y generosos ante la catástrofe, lo hacen con cierto remordimiento de conciencia por haber permanecido callados ante algunos hechos que indirectamente han contribuido a que este temblor de tierra haya sido tan devastador.
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