Un símbolo en peligro de extinción
De nuevo ha vuelto la polémica y el debate sobre los crucifijos en los colegios y en los edificios públicos. Un asunto controvertido que es aprovechado cada vez que surge un nuevo caso en cualquier lugar del país, para volver a poner sobre la mesa cuestiones sobre la aconfesionalidad del estado, la laicidad y el laicismo, y todo este entramado de confrontación que siempre acaba de la misma manera, enfrentando a los partidos conservadores con los progresistas, y sobre todo generando un conflicto más mediático que otra cosa, pues no creo yo que en el fondo no creo que a nadie le moleste un crucifijo (símbolo del cristianismo) o cualquier otro símbolo asociado a algún tipo de confesión o creencia, por el mero hecho de estar decorando una pared o adornando un determinado recinto público. Lo queramos o no nuestra cultura y tradiciones están impregnadas de símbolos y elementos cristianos. Muchas de nuestras celebraciones, están fundamentadas en connotaciones de tipo religiosa, cristiana, católica, y las hemos asumido sin que nadie se pregunte que haya que quitarlas del calendario de días festivos. Son sin duda elementos asumidos y que no deben entorpecer y enturbiar nuestro modelo de convivencia pacífico, basado en el respeto mutuo y en la libertad religiosa. ¿Por qué por ejemplo quienes quieren quitar los crucifijos no piden a las administraciones que eliminen del calendario de fiestas a los patronos de cada pueblo, a San José Obrero, a Santiago, el día de Navidad...?
Realmente, y ya lo he dicho en alguna ocasión, los extremos no son buenos en ningún ámbito y en este menos. Si hay que retirar los crucifijos de los colegios, de los edificios públicos o de donde sea que se haga, pero que no se utilice este asunto como elemento de discordia y de ataque hacia la fe, hacia la libertad de religión y hacia algunos elementos de nuestra cultura que ya se han consolidado y que bien creo no distorsionan en nada las diferentes posturas que puedan existir entre las personas. De todo tienen que haber en la viña del señor o en una sociedad plural: creyentes, ateos, agnósticos... y en la integración pacífica y a veces tolerante de todas ellas está la virtud de hacer un mundo más fácil y más justo. Otra cuestión bien distinta es lo que legalmente procede en estos casos, pues parece que la Constitución Española -por mucho que haya voces que afirman que es nítida en este sentido- no deja demasiado claro el papel del estado en todo esto, y si se empieza a indagar sobre aspectos de tipo jurídico y legal, sobre quienes recae la responsabilidad, la cosa se oscurece aún más.
En cualquier caso creo que quedan ya pocos crucifijos en los colegios y que poco a poco van extinguiéndose sin que el estado aconfesional tenga que actuar, porque al final todo pasa y todo llega, y porque quien tenga Fe va a seguir teniéndola por mucho que descuelguen estos elementos de las aulas o de donde quiera que sea.
Comentarios
Respecto a la sentencias judiciales entendemos y creemos que hay otros asuntos mas relevantes y mas importantes en España (llamese malos tratos a mujeres, pedofilia etc...).Nosotros entendemos que a la mayoria de los españoles un crucifijo en la escuela no les molesta aunque al señor Jose Blanco(vicesecretario del PSOE) parece que si.Saludos