En defensa de la igualdad entre personas

Hoy se celebra el día del orgullo gay, una fiesta reivindicativa que los colectivos de gays, lesbianas, transexuales y bisexuales celebran todos los años, desde 1978, con el ánimo de reclamar más igualdad y reconocimiento. Tengo algunos amigos y conocidos que pertenecen a alguno de estos colectivos y tengo que confesar, que son en demasiadas ocasiones rechazados y vejados por la sociedad, y lo peor de todo, por sus propias familias.

El paso dado con las políticas de igualdad que el PSOE impulsó en la anterior legislatura han sido determinantes para que en este país comiencen a respirar libertad y otros aires, muchas personas que vivían sumidas en una soledad estranguladora y en una situación de opresión psicológica total. Me alegra enormemente que las personas puedan tener todas las mismas oportunidades, incluso estoy a favor de que existan parejas de hecho o de derecho entre estas personas. Mi condición de católico no me da derecho a no respetar la igualdad en las personas. Estoy convencido, y mi fe así me lo trasmite, que si Jesús de Nazaret viviese en nuestros días, lucharía por la igualdad entre las personas, por el amor entre las personas. ¡Qué importa la condición sexual para el amor verdadero! Yo creo que nada, pero también respeto a quienes opinan lo contrario. Otra cosa bien distinta es que se utilice el término cristinao "matrimonio" y que se pretenda cobijar bajo los dogmas cristianos algunos tipos de uniones, algo que obviamente no comparto.

Por tanto, estoy rotundamente en contra de la lesbofobia, la homofobia, la transfobia y la bifobia, que siguen siendo una realidad en los centros educativos, en las familias y en la sociedad. Mucho camino nos queda por recorrer en este mundo de desigualdades y mucho hemos de esforzarnos por comprender y aceptar lo que nadie puede romper, una relación entre dos personas maduras y la libertad que se recoge en nuestra Constitución. Por tanto, nos guste o no nos guste, se trata de la misma realidad, y ante ella, solo debemos de ser receptivos, tolerantes e integradores, máxime cuando se tratan de sentimientos, y contra eso, nadie tiene derecho a vulnerar la intimidad y la libertad de las personas.

Los gays, lesbianas, transexuales y bisexuales, son ciudadanos como los demás, que contribuyen con su esfuerzo a construir este mundo, y por tanto tienen los mismos derechos que todos, a un trabajo, a una vivienda digna, a cualquiera de los que los demás tenemos.

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