Sobre el empleo y el uno de mayo

Todos los primeros de mayo les sirven a los sindicatos y partidos políticos para amplificar más si cabe el necesario cumplimiento del artículo 35 de la Constitución Española, especialmente en lo que se refiere a reivindicaciones, manifiestos, voluntad, deseos, etc... En esta fiesta por excelencia de los trabajadores y sus derechos, que conmemora la muerte de unos sindicalistas el 1º de mayo de 1886, celebrada desde entonces, se trata más bien de una jornada mediática -al menos así creo yo que se ha convertido- en la que manifestaciones, ruedas de prensa y otras acciones de este tipo pretenden llamar la atención sobre la situación del empleo y la aplicación de políticas que conduzcan a nuestra sociedad hacia el pleno empleo, o al menos aminoren al máximo los efectos que la falta de trabajo genera en las personas, en las familias... en la sociedad.

Personalmente confío en la buena disposición de los gobiernos autonómicos y nacional, en los que gobiernan Guillermo Fernández Vara y José Luis Rodríguez Zapatero, respectivamente. No sólo por afinidad política, sino también porque como ciudadano soy consciente de las medidas y de las políticas llevadas a cabo en los últimos años, y de los resultados que poco a poco se van logrando, especialmente en nuestra querida Extremadura, donde hace unos días el INE nos confirmaba el descenso del desempleo, y donde también se han tomado cartas en el asunto de manera local en la lucha contra este problema social, mediante la puesta en marcha del Plan de Calidad y Mejora del Empleo o el Plan de Competitividad de las empresas, todo ello con un valor añadido, excepcional y cualificado, que supone el contar con el respaldo y el apoyo de los sindicatos UGT y Comisiones Obreras, además de la patronal regional, la CREEX. Esto, aunque en principio pueda parecer banal, es sin duda uno de los pilares necesarios para el buen desarrollo de las medidas. Estamos hablando de diálogo social, de consenso, de capacidad de ponerse de acuerdo en temas de interés general, y eso, permitidme, es algo relevante y trascendental, para el desarrollo de un territorio.

En España, los socialistas no han mirado para otro lado, han sido valientes y han apostado por medidas novedosas, especialmente relacionadas con aspectos de igualdad entre sexos, prestaciones sociales, derechos laborales, salario mínimo interprofesional y un aspecto ahora en boga, porque así lo venimos demandando quienes somos trabajadores y padres, la conciliación de la vida familiar y laboral, donde aún queda mucho por hacer y se seguirá profundizando en ello en los próximos 4 años.


Otra cuestión con la que no estoy de acuerdo, y como contribuyente y generador de recursos públicos me preocupa, es la impunidad con la que se trata a determinadas personas que -todo hay que decirlo- se han convertido en "profesionales del desempleo". Evidentemente, se trata de casos aislados, pero que hacen un daño importante, y nos provocan a quienes cotizamos al sistema público de prestaciones y pensiones, cierto malestar y muchas dudas. Me refiero a personas, que como he conocido en alguna selección de personal en la que he participado -fundamentalmente licenciados y diplomados universitarios- que se presentan a las entrevistas y te dicen claramente que el puesto no les interesa, vamos que pasan. Esto supone, en muchos casos que haya que realizar dos o más sondeos en las oficinas de empleo para buscar candidatos. Otros personajes, en cambio se dedican a realizar cursos de formación remunerados, a apuntarse a todas las acciones formativas que se dan en un cierto entorno, en algunos casos repiten curso y todo por lo mismo, por no trabajar en serio y ganarse una pasta para los caprichos, porque si realmente les hiciese falta trabajar para subsistir lo harían de otro modo.

Finalmente, no quería dejar escapar la oportunidad del día para referirme a las empresas, a los empleadores que sin escrúpulos y fuera de la legalidad tienen a personal a su cargo, sin darles de alta en la Seguridad Social, sin cumplir las condiciones mínimas de salud laboral, y en muchos casos con verdaderos acosos y chantajes emocionales. Todos conocemos casos en nuestro entorno más inmediato, denunciables, pero preferimos mirar para el otro lado, y eso sí, la culpa de todo la tiene Zapatero.

Por todo ello, pido desde este espacio mayor calidad en el empleo, mayor control de la administración en la fiscalización del empleo, mayor compromiso social con el sistema público de empleo y un poco de confianza en quienes tienen la responsabilidad de cambiar las cosas, desde la puesta en marcha de medidas insólitas, a veces novedosas, que necesitan de recorrido para lograr sus resultados y sobre todo de mucha paciencia. Sólo así, entre todos caminaremos hacia ese añorado pleno empleo, donde todos dispongamos de algo fundamental y de un derecho reconocido en la carta magna, un trabajo digno y con la remuneración adecuada.

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