Ibarra, medalla de Extremadura
No podía quedarse fuera del medallero, precisamente quien las impulsó y quien apostó por esos galardones regionales, quien ha representado a Extremadura y dedicado un cuarto de su vida a defender los intereses de esta región. Juan Carlos Rodríguez Ibarra, va a recibir el próximo día 21 de mayo de 2007 en una sesión especial de la Asamblea de Extremadura el galardón más grande que pueda recibir un extremeño o extremeña, la medalla de su tierra.
Nadie puede negar el merecimiento y la intachable trayectoria para con Extremadura, con sus errores y sobre todo con sus logros, algunos de ellos importantes y relevantes para la historia de esta región, y yo diría que cruciales para los momentos que le toco vivir, junto a su equipo, en algunas de las etapas más complejas en el gobierno de una región como Extremadura, donde había mucha miseria y mucha marginación, donde el caciquismo pretendía ser el modelo eterno de un pueblo que no se resignó, luchó y hoy están en disposición de abordar nuevos tiempos y nuevos retos, algunos de ellos vanguardistas a nivel mundial.
Fue generoso en su sucesión al frente de la Junta de Extremadura, realizando de manera sosegada el cambio hacia quien ahora ocupa este puesto, Guillermo Fernández Vara, quien además sé que rebosa de felicidad por ello.
Tuve la suerte de conocer a Juan Carlos en la última etapa se su gobierno, escribir artículos sobre su figura, en algunos casos acusado por la línea editorial del periódico Extremadura, de Ibarrista. Nada más satisfactorio y que me llenase de orgulloso. De lo que estoy convencido es que Juan Carlos, además de un socialista de primer nivel, ha sido y es un extremeño convencido, un símbolo de la extremeñidad y de la lucha por el progreso y desarrollo del pueblo extremeño.
Ni que decir tiene que el esplendor y auge que Guadalupe tomó a finales de los años 90, fue en gran parte tarea de este hombre, que siempre quiso potenciar el corazón espiritual de Extremadura al más alto nivel.
Por todo ello y por otros detalles que dejo para la intimidad, mi más sincera felicitación y mi afecto.
Nadie puede negar el merecimiento y la intachable trayectoria para con Extremadura, con sus errores y sobre todo con sus logros, algunos de ellos importantes y relevantes para la historia de esta región, y yo diría que cruciales para los momentos que le toco vivir, junto a su equipo, en algunas de las etapas más complejas en el gobierno de una región como Extremadura, donde había mucha miseria y mucha marginación, donde el caciquismo pretendía ser el modelo eterno de un pueblo que no se resignó, luchó y hoy están en disposición de abordar nuevos tiempos y nuevos retos, algunos de ellos vanguardistas a nivel mundial.
Fue generoso en su sucesión al frente de la Junta de Extremadura, realizando de manera sosegada el cambio hacia quien ahora ocupa este puesto, Guillermo Fernández Vara, quien además sé que rebosa de felicidad por ello.
Tuve la suerte de conocer a Juan Carlos en la última etapa se su gobierno, escribir artículos sobre su figura, en algunos casos acusado por la línea editorial del periódico Extremadura, de Ibarrista. Nada más satisfactorio y que me llenase de orgulloso. De lo que estoy convencido es que Juan Carlos, además de un socialista de primer nivel, ha sido y es un extremeño convencido, un símbolo de la extremeñidad y de la lucha por el progreso y desarrollo del pueblo extremeño.
Ni que decir tiene que el esplendor y auge que Guadalupe tomó a finales de los años 90, fue en gran parte tarea de este hombre, que siempre quiso potenciar el corazón espiritual de Extremadura al más alto nivel.
Por todo ello y por otros detalles que dejo para la intimidad, mi más sincera felicitación y mi afecto.
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