Muy cerca de Lavapiés

Después de mucho tiempo he vuelto a mi pueblo, a la ciudad que me vió nacer -que no pacer- y donde uno gusta volver. Madrid, es sin lugar a dudas una de las ciudades más cosmopolitas de Europa y eso se nota en un lugar como el barrio de Lavapiés, donde he estado de paso, pues tenemos familia muy cerca de allí. Realmente Madrid requiere de mucho tiempo para su uso y disfrute, necesita de unos días para poder saborear y asimilar tanta cultura, tanta monumento, tanta mixtura de etnias y pueblos, en definitiva una diversidad extraordinaria a la que no es ajena, alguien que como yo, pasa por ella "de higos a brevas", a pesar de que naciese en una de las calles más céntricas, la Calle Goya, a la que por cierto tengo pendiente una visita, para conocer algunos años después, el lugar en el que vi la luz por primera vez.

Cada vez que uno regresa a esta ciudad y dado el tiempo que transcurre entre visita y visita uno encuentra nuevas y diferentes cosas: obras, museos, jardines, parques, etc. A eso se suma el hecho que que pienso que esta ciudad cuenta con un equipo de gestión municipal interesante y efectivo, pues he visto avances importantes por ejemplo en materia de accesibilidad para discapacitados. Tengo entendido y así lo he leído en la prensa que pronto las líneas de autobuses de la EMT tendrá Wifii, cuya clave se obtendrá con el billete, y que incluso en un futuro la TDT llegará al transporte público.

Os recomiendo una jornada en el zoo, aunque claro está que si podéis evitar el domingo, mejor, pues este espacio de la Casa de Campo se pone hasta la bandera, y es curioso la cantidad de carritos de bebés por metro cuadrado que pueden verse juntos. Cosas de la vida, para que luego digan que no nacen niños. Cuidado con las máquinas expendedoras de bebidas, pues suelen dar problemas y se apropian de las monedas de uno, sin que uno se pueda quejar a nadie. Dentro de este recinto, aparte de los 16 y pico de euros de la entrada, la jornada te sale por una pasta, pues los helados, bebidas y otros refrigerios están por las nubes.

A pesar de todo, merece la pena darse una vuelta por la ciudad más castiza de este país.

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