El siempre controvertido urbanismo

Dibujo en www.sinlavenia.com

Un nuevo caso de corrupción urbanística vuelve a las páginas de los medios de comunicación y vuelve a salpicar a un responsable público presunta corrupción urbanística. En esta ocasión ha sido una localidad murciana, Torre Pacheco, aunque según comenta hoy el diario "El País" existen conexiones con otras tramas en otros municipios.

Después de la ya conocida operación Malaya e incluso mucho antes( ¿Recordáis la demolición del chalet de Bertin Osborne por Pacheco en Jerez de la Frontera?) los casos de presuntas corrupciones y delitos urbanísticos están siempre presentes en los medios, y es que el tema del urbanismo es muy complejo y existen muchos intereses -fundamentalmente económicos- que siempre acaban de la misma, o parecida, manera.

La construcción ilegal es "hoy por hoy" una de las mayores amenazas con las que se encuentran las zonas rurales, especialmente porque las mayores protecciones legales del entorno e incluso del patrimonio arquitectónico se concentran en ellas. Guadalupe, es un ejemplo de protección, donde el asunto urbanístico no es tarea fácil para quienes tienen la responsabilidad de dirigir y gestionar la política municipal. El hecho de que las Normas de Planeamiento Urbanístico o "Normas Subsidiarias" no estén aprobadas son sin duda una importante traba a la hora de abordar proyectos de desarrollo y de progreso para la localidad. Ahora bien, la fuerte dependencia del sector turístico, la existencia de un patrimonio arquitectónico reconocido y protegido (Patrimonio de la Humanidad, Conjunto histórico-artístico, Monumento Nacional...) siempre limita las posibilidades y la libertad individual de emprender proyectos o simplemente hacer una reforma de su casa. Es un asunto complejo, pero que sin duda se debe abordar con contundencia y sobre todo con la participación ciudadana, que al fin y al cabo son los que finalmente se benefician o se perjudican de las políticas municipales.

Por otro lado, entiendo que se actúa con cierta impunidad y poca contundencia contra quienes se saltan a la torera ciertas normas y preceptos urbanísticos, cobijados bajo las influencias, el dinero y otros poderes, y que no hacen sino -perdonen la expresión - "encabronar" al resto de ciudadanos, y provocar reticencias y desconfianzas ante quienes tienen la responsabilidad de velar por el buen funcionamiento del sistema.

También tengo que reconocer que desde las oficinas públicas de gestión y control se ha logrado atajar en gran medida el problema del avance desmesurado del hormigón, y eso también genera discordia, especialmente a quienes les deniegan o les paralizan las obras. Cuando una autoridad para una obra o realiza alguna medida de este tipo, lo hace porque existe un respaldo técnico y una motivación, no por puro capricho.

En conclusión, la relación entre urbanismo y política es siempre complicada, y requiere de mucha "mano izquierda", mucho diálogo y mucho consenso. Además, de vez en cuando también necesita de algún que otro escarmiento, y de medidas ejemplarizantes para concienciarnos de que hay que respetar y cumplir las leyes.

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