Camino Real de Guadalupe

Suele pasar, y en regiones rurales de Extremadura suele ser algo cotidiano, que los grandes proyectos y las buenas ideas no se suelen entender o al menos se suele dudar mucho hasta que finalmente, la casualidad o la propia inercia de la misma, hace que salga adelante. La Asociación de Amigos del Camino Real de Guadalupe, de la que me enorgullece ser socio, es un colectivo joven, creado con motivo del año jubilar guadalupense que como sabéis comenzó el 24 de marzo de 2007 y en teoría se prolonga hasta la misma fecha de este año. Este colectivo, y específicamente su presidente, Antonio Dávila, no ha parado de pasear el nombre de Guadalupe allá por donde iba pasando, os puedo garantizar que por muchos pueblos y lugares de Castilla-La Mancha, de Madrid y también de Extremadura. Dentro de su siempre altruista tarea de promocionar y poner en valor esta ruta histórica, en tiempos de mayor peso que el propio camino de Santiago, no ha reparado esfuerzos en señalizar tramos, recuperar itinerarios perdidos, convencer e implicar a entidades locales y a personas para transmitirles el amor por el camino y los valores humanos y espirituales que alberga en su trazado esta ruta y lo que significa emocionalmente. Todo, con el objeto de dotar a Guadalupe de una nueva herramienta promocional, en mi opinión insólita y de un potencial enorme, inmenso diría yo, en cuanto a atracción de visitantes a la Puebla, articulación de la zona noreste de la comarca de Las Villuercas, Ibores y la Jara, y también como un foco de transferencia cultural entre pueblos y regiones, de un nivel incalculable.

Lo más triste de esto -o quizá el detonante de que esto tome mayor fuerza- es que las instituciones y organismos que en teoría deben impulsar estas iniciativas, entre ellas APRODERVI, no lo vean así, y piensen -al menos de modo general- que esto del camino real huele a senderistas, a gente que viene a comerse la merienda al campo, a un grupo de amiguetes que lo que único que pretenden es fastidiar a quienes de manera ilícita quieren apropiarse del camino. Es posible que en algún momento pueda ser así, pero el fondo de la cuestión es que seguimos inmersos en ese mal que ha caracterizado al pueblo extremeño, al mundo rural, en no ver más allá de nuestro ombligo, y en conformarnos con el día a día, sin pensar en el futuro, en nuestros hijos y en el mundo que queremos para ellos. El camino real de Madrid a Guadalupe, por el que transitaron reyes y nobles, es un recurso excepcional, más importante desde el ámbito histórico y cultural, incluso desde la visión medioambiental, que otras rutas que convergen en Guadalupe, como pueda ser la vía verde del ferrocarril, a la que por cierto se la viene apoyando desde la Junta de manera regular.

Por eso, de la misma manera que Extremadura debe coger el AVE del progreso que nos una a Madrid, también debe pensar en recuperar y mantener los viales históricos que aún nos mantienen unidos a la capital, apoyando sin condiciones y con visión de futuro la promoción del mismo, animando a quienes de manera altruista y desinteresada dedican su tiempo libre a defender esos valores, y siendo impulsora del proyecto, buscando generar ese valor añadido que sin duda tiene, y cuya viabilidad está demostrada, como ha sucedido en otros lugares de España y de Europa.

Desde este humilde espacio para la reivindicación, la opinión, la reflexión y el debate, mi apoyo a la Asociación, al Camino y a su presidente.




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