Invitación para el otoño

Una de las estaciones preferidas por los visitantes para acercarse hasta la cacereña comarca de Las Villuercas es el otoño, época de cambio de tonalidad de las hojas de los árboles, lo que posibilita la aparición de un amplio abanico de colores que van desde el amarillo al rojo, provocado por la existencia de grandes masas de bosque caducifolio compuesto principalmente de robles y castaños en las sierras, y de bosques galería de fresnos, alisos y sauces en las riberas de los ríos. Esta singular y universal peculiaridad encuentra en Las Villuercas un aliado fundamental para poder comprender y visualizar de cerca el paisaje, disfrutar de la naturaleza y aprender sobre ella.

Muchas son las posibilidades para poder adentrarse en el corazón de Las Villuercas y poder entender este lenguaje cíclico del otoño, compuesto de tonalidades, de aromas y de sabores específicos que encierran los frutos de este bosque, como puedan ser las castañas o las setas. Sí queremos conjugar toda esta amalgama de espacios para los sentidos una buena opción es recorrer el viejo camino de herradura que une las localidades de Guadalupe y Navezuelas, un tradicional itinerario que transcurre por parajes de singular belleza, donde destaca sin duda el denominado “Valle del Río Viejas”, cuyo nombre se menciona en el Libro de la Montería de Alfonso XI en el Siglo XIV, concretamente se dice “El Valle de Vieja es un buen monte de oso en invierno(…) Et la primera vez que corrimos este monte, fallamos diez osos, et soltamos á los seis, et murieron los cuatro.” .

En honor a las escapadas de este rey de Castilla y León, impulsor del Real Monasterio de Guadalupe, hace unos años se bautizó a esta ruta como de Alfonso el Onceno, que une a ambas localidades por un itinerario de 16,5 Kms., el cual podemos realizar fundamentalmente a pie y a caballo, aunque en algunos tramos también es posible realizarlo en bicicleta, siendo desaconsejable el uso de vehículos motorizados por el importante impacto que generarían en el trazado del mismo, en muchos tramos el original a base de empedrados de piezas de cuarcita.

La ruta tiene un desnivel máximo de 592 metros, existentes entre las cuota más baja (Guadalupe, 648 m.) y la más alta (“Collado de la Pariera”, 1.240 m.), de dificultad media-alta, fundamentalmente por discurrir por un sendero de trazado irregular y con calzada empedrada en muchos de los tramos. A lo largo de su recorrido existen una serie de hitos de interés a visitar como es el caso de la Ermita del Humilladero, en el municipio de Guadalupe, importante monumento del siglo XV de estilo mudéjar, donde solían pararse los reyes católicos cuando visitaban la Puebla y que se sitúa muy cerca del camino real, el cual se cruza con nuestra ruta. Además de valores patrimoniales como pueda ser este y los del conjunto histórico-artístico de Guadalupe y su monasterio, también existen interesantes muestras de arquitectura popular en la localidad serrana de Navezuelas, destino de nuestro viaje.

Si hablamos de valores paisajísticos y naturales, es interesante destacar el paisaje típico de esta comarca, conformado a base de valles y sierras paralela, cuyo relieve se ha dado en llamar “apalachiense”. Se trata de un espacio muy característico donde aparecen especies también muy vinculadas a las condiciones físicas y de altitud que aquí se dan. Así en la zona del valle aparecen especies singulares como es el denominado “Árbol de las nieblas”, el loro (Prunus lusitánica), que encuentra en el Valle del Viejas su ecosistema apropiado. En las zonas más altas los alcornoques, robles melojos (Quercus pirenaica) y los castaños permiten el disfrute en esta estación otoñal, alimentando con su hojarasca a muchas especies de hongos, entre ellos la codiciada “Amanita caesarea” y los Boletus edulis, que se refugian en estas latitudes y nos deleitan con su sabor.

Además de todo esto, el carácter rural de las gentes, la cercanía y la hospitalidad, y su amabilidad nos ayudarán a pasar una jornada inolvidable en plena sierra de Las Villuercas, donde si después de disfrutar de todos estos valores y si el cuerpo no está muy mermado, después de cinco horas de camino, podemos saborear alguna de las delicias de la buena gastronomía que aquí se hace y de una conversación interesante con alguien que siempre está dispuesto a disertar sobre esta tierra y sus gentes.

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