Invitación para el otoño

Muchas son las posibilidades para poder adentrarse en el corazón de Las Villuercas y poder entender este lenguaje cíclico del otoño, compuesto de tonalidades, de aromas y de sabores específicos que encierran los frutos de este bosque, como puedan ser las castañas o las setas. Sí queremos conjugar toda esta amalgama de espacios para los sentidos una buena opción es recorrer el viejo camino de herradura que une las localidades de Guadalupe y Navezuelas, un tradicional itinerario que transcurre por parajes de singular belleza, donde destaca sin duda el denominado “Valle del Río Viejas”, cuyo nombre se menciona en el Libro de la Montería de Alfonso XI en el Siglo XIV, concretamente se dice “El Valle de Vieja es un buen monte de oso en invierno(…) Et la primera vez que corrimos este monte, fallamos hí diez osos, et soltamos á los seis, et murieron los cuatro.” .
En honor a las escapadas de este rey de Castilla y León, impulsor del Real Monasterio de Guadalupe, hace unos años se bautizó a esta ruta como de Alfonso el Onceno, que une a ambas localidades por un itinerario de 16,5 Kms., el cual podemos realizar fundamentalmente a pie y a caballo, aunque en algunos tramos también es posible realizarlo en bicicleta, siendo desaconsejable el uso de vehículos motorizados por el importante impacto que generarían en el trazado del mismo, en muchos tramos el original a base de empedrados de piezas de cuarcita.
Si hablamos de valores paisajísticos y naturales, es interesante destacar el paisaje típico de esta comarca, conformado a base de valles y sierras paralela, cuyo relieve se ha dado en llamar “apalachiense”. Se trata de un espacio muy característico donde aparecen especies también muy vinculadas a las condiciones físicas y de altitud que aquí se dan. Así en la zona del valle aparecen especies singulares como es el denominado “Árbol de las nieblas”, el loro (Prunus lusitánica), que encuentra en el Valle del Viejas su ecosistema apropiado. En las zonas más altas los alcornoques, robles melojos (Quercus pirenaica) y los castaños permiten el disfrute en esta estación otoñal, alimentando con su hojarasca a muchas especies de hongos, entre ellos la codiciada “Amanita caesarea” y los Boletus edulis, que se refugian en estas latitudes y nos deleitan con su sabor.
Además de todo esto, el carácter rural de las gentes, la cercanía y la hospitalidad, y su amabilidad nos ayudarán a pasar una jornada inolvidable en plena sierra de Las Villuercas, donde si después de disfrutar de todos estos valores y si el cuerpo no está muy mermado, después de cinco horas de camino, podemos saborear alguna de las delicias de la buena gastronomía que aquí se hace y de una conversación interesante con alguien que siempre está dispuesto a disertar sobre esta tierra y sus gentes.
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