La innovación, factor clave para Extremadura

Una de las palabras que más se emplean en el argot de las empresas y de las ayudas públicas a éstas, es sin duda la palabra innovación, término que se define según el diccionario de la Real Academia Española como “acción o efecto de innovar”, es decir “mudar o alterar algo, introduciendo novedades”. Si hablamos en el ámbito empresarial, el que emplea con mayor frecuencia este término, nos referimos a poner en marcha ideas novedosas que aporten beneficios económicos y que su ejecución repercuta directamente en los consumidores finales, de bienes o servicios.

En demasiadas ocasiones quiénes no tenemos contacto con las políticas y programas de innovación solemos asociar estos a lugares más o menos aislados, donde ciertas personas con grandes dotes de investigación y una privilegiada formación, realizan ensayos, pruebas y otro tipo de análisis con respecto a una materia determinada, y cuyos resultados suelen estar realmente blindados o al menos reservados a cierta élite universitaria o empresarial. Eso es precisamente lo que entiendo yo ha distanciado en cierto modo a la sociedad de este tipo de programas, y ha creado ciertos recelos de las pequeñas y medianas empresas hacia el acceso a las ayudas públicas que en los últimos tiempos se han incrementado sustanciosamente, merced a un compromiso político del gobierno español que apostó por estos recursos y logró una dotación presupuestaria, la más alta de nuestra historia, para este tipo de acciones, englobadas en lo que se ha llamado Investigación, Desarrollo e Innovación, I+D+i, y que suponen para nuestro país un montante económico sin precedentes, con una serie de iniciativas de apoyo (VII Programa Marco UE, PROFIT, Torres Quevedo, CDTI, Incentivos fiscales...) cuyo desglose y pecualiaridad requeriría de un espacio importante para su explicación.

La cuestión fundamental de este tipo de recursos es incrementar la participación de España en acciones de I+D+i dentro del territorio de la Unión Europea, en cuyo ámbito ocupamos alguno de los últimos puestos del ranking. Precisamente por este motivo y por optimizar los recursos disponibles, especialmente para las regiones denominadas de convergencia en las que la renta está por debajo de la media europea, existe un compromiso de incrementar el porcentaje del PIB destinado a estos menesteres hasta llegar al 2% del PIB dedicado a la I+D+i en el año 2010, con una participación privada del 55%. Este es precisamente el caballo de batalla sobre el que -en mi opinión- se debe trabajar más a fondo, especialmente por movilizar recursos privados, pero también por lograr concienciar a las pequeñas y medianas empresas sobre la necesidad de cambio continua, sobre la imperante necesidad de ser competitivos en un modo globalizado y acerca de las oportunidades que, posiblemente con carácter extraordinario e irrepetible, existen para poder acceder al sistema al que se le denomina ciencia-tecnología-empresa, y cuyo éxito de implantación y de optimización depende en gran medida de la implicación de un mayor número de empresas y sectores económicos.

Se trata pues de un momento “dulce” para transformar en cierto modo la realidad de regiones como Extremadura, con grandes potencialidades y con una universidad joven, con un territorio mayoritariamente rural que necesita de impulso y de cambio. La Junta de Extremadura lleva tiempo aplicando este tipo de políticas, mayoritariamente en el ámbito de la Universidad y Centros Tecnológicos, y en menor medida en las empresas. Sin embargo, existen sectores en los que solamente dependemos de nuestro propio progreso y de nuestros compromisos, y es por ello que la innovación jugará un importante papel, tanto que nuestro futuro dependerá de que sepamos aprovechar esta coyuntura e impliquemos a cuantos más mejor, de manera coordinada y estableciendo cuantas alianzas sean necesarias. Si el sector la agricultura, las infraestructuras, la formación de las personas, etc., han encontrado en los recursos de la Unión Europea un aliado excepcional y fundamental para alcanzar el estatus actual, no menos oportuno y necesario se hace el concurso de los fondos destinados a la investigación, desarrollo e innovación, un espacio dotado de una gran cantidad de recursos que debemos aprovechar de manera plena, y cuyas puertas abiertas debemos franquear sin complejos, con la ayuda de cuantos interlocutores dispongamos y con el firme propósito de incrementar las estadísticas y con ellas, el ya mencionado sistema ciencia-tecnología-empresa.


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