Inquietudes

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Tengo la suerte de vivir en uno de los lugares más maravillosos del mundo, Las Villuercas. También resido en una localidad, Guadalupe, ubicada a 80 Kms por carretera de la única central nuclear que tenemos en Extremadura, la de Almaraz.

Las noticias que comienzan a aflorar estos días en los medios de comunicación, tras el Tsunami de Japón, han vuelto a reavivar el debate sobre la energía nuclear y especialmente sobre la seguridad de las mismas. Opiniones a favor y en contra, argumentos que nos pueden convencer más o menos, pero sobre todo demasiadas versiones para poder decantarse hacia un lado u otro, sin temor a dejarse llevar por la ignorancia y sobre todo por el desconocimiento y la falta de información que todos tenemos, aunque eso no quita que seamos conscientes estos días de una realidad que en cierto modo nos inquieta, especialmente a quienes tenemos cerca un nuclear.

Parece ser que las estadísticas son demasiado pobres para poder afirmar que las centrales nucleares son inseguras, aunque todo es relativo, pues todos sabemos que por motivos "precisamente de seguridad" a veces no conocemos los datos reales y el impacto de este tipo de instalaciones, al menos en el momento en que se conocen. Cuando pasen los años es posible que algún Julián Assange de turno o algún movimiento parecido nos desvelen datos, "con pelos y señales" que volverán a escandalizar a la sociedad que en esos momentos tenga presencia en el mundo.

Tengo que confesar que no tengo miedo, pero sí mucho respeto y sobre todo, convencimiento de que el hombre es demasiado listo como para tener que depender tanto de este tipo de fuentes de energía (actualmente en exceso) lo queramos o no peligrosas y con riesgos conocidos, y desconocidos e imprevisibles como ha sido el caso actual de Japón. Para eso creo que existen varios caminos; más investigación en fuentes de energía alternativas y renovables, mayor conciencia sobre el ahorro energético, especialmente en los hogares, y una apuesta decidida de acabar de una vez por todas con estas instalaciones, cuyo uso -la historia lo ha demostrado con Chernobil - sigue siendo un riesgo para la humanidad.


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