Rafael el carnicero

La vida que llevamos, de ajetreo y trajín permanente, de desconexión y de excesiva vinculación a lo personal y lo profesional, hace que a veces uno no se entere ni de que se ha muerto algún vecino del pueblo. Esto es lo que me ha pasado este fin de semana con una de las personas a las que -a pesar de no tener mucho contacto- admiraba y estimaba desde el corazón.

Rafael Vázquez, un hombre de bien, que incluso llegó a ser alcalde de Guadalupe. De profesión carnicero, supo ganarse la simpatía y el respeto de muchos/as vecinos/as de este pueblo. Su tienda de la Calle Nueva era un ejemplo de buen hacer y de atención al cliente, a su manera y con la mejor de las capacidades al servicio de la venta directa y del comercio que llaman ahora "de proximidad". Aún recuerdo las compras y las visitas de mis hermanas y yo a su tienda, con el carro de la compra. Siempre tenían -él y Flori, su esposa- un detalle con el que obsequiarnos.

Años después, tuve la ocasión de compartir una anécdota curiosa e inolvidable para mi. Era un niño cuando tuve la ocasión de participar en la búsqueda de una res que camino al matadero se le escapó y extravió . Participé activamente en la búsqueda acompañando a Rafael y no recuerdo si alguno de sus hijos, y alguien más. Al final unas buenas patateras y alguna pieza más de carne fue mi recompensa al esfuerzo realizado, no recuerdo si con éxito o sin él.

A partir de aquel momento y para siempre, Rafael siempre compartía conmigo unos minutos cada vez que nos encontrábamos. De estos siempre saqué la enorme satisfacción de conocer la exquisita sensibilidad y la educación de este hombre, que siempre tenía el mismo parecer y una simpatía extraordinaria, al menos en lo que a mi persona puedo testimoniar.

Se fue y no volverá, pero siempre estará en mi memoria y cada vez que pase por su rincón de la Calle Nueva, recibirá mi saludo y mi consideración.

Comentarios

ana ha dicho que…
Tienes razón, era todo un caballero.

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