Toledo, un ejemplo a seguir

Panorámica de la ciudad de Toledo.

Este fin de semana pasado he tenido de nuevo la oportunidad de reencontrarme con la ciudad de Toledo y de poder comprobar cómo no toda la gente gestiona de la misma forma el patrimonio arquitectónico y sobre todo, lo bien que lo hacen los toledanos. Estoy convencido que en buena parte es porque desde las instituciones públicas son severos y de un modo especial sensibles con ello.

Siento -una vez más- envidia sana de cómo una ciudad Patrimonio de la Humanidad sabe estar a la altura de las circunstancias y como destaca por el cuidado de sus edificios, de sus calles... y ello redunda en beneficio de todas las personas que de alguna manera disfrutan -cada cual a su manera- de ello. Conocer otras realidades siempre te da una perspectiva de cómo está tu pueblo, tu ciudad, y aunque las comparaciones son odiosas, no puedo por menos que reivindicar un mayor protagonismo para Guadalupe en ese aspecto. Hay mucho por hacer y mucho que recorrer hasta poder alcanzar ese nivel de sensibilidad, de concienciación y de buen hacer al que estamos obligados por el bien del patrimonio arquitectónico que tenemos, reconocido oficialmente tanto en la Puebla como en el Monasterio.

El día que seamos conscientes de ello y logremos entre todos, ponerlo en valor y cuidarlo con mimo, al margen de intereses particulares, habremos ganado una partida vital para el sostenimiento de este bello pueblo. Habrá quien pueda decir que no hay presupuestos, que las ciudades más grandes tienen más capacidad, que si "pitos", que si "flautas"... No me creo nada. El mantener un casco, un pueblo y una armonía arquitectónica depende en buena medida de los habitantes de ese espacio, pero también de las políticas de urbanismo que se aplican en el mismo y de cómo se invierten los impuestos que todos pagamos -o deberíamos- en beneficio de ello.

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