Miguel Olmeda

Suele pasar que con las prisas, la cotidianeidad y la velocidad con la que vivimos hoy día solemos dejar de hacer cosas que en un momento determinado tendríamos que haber hecho. Desgracidamente cuando ya no ha remedio para hacerlas es cuando somos conscientes de ello.

Sabía de la simpatía que me profesaba y de un modo especial a mi familia (mujer e hijos) y todo ello en base a demasiado poco tiempo compartido para lo que posiblemente hubiésemos tenido que compartir. Lo cierto y verdad es que ayer nos dejó Miguel Olmeda, sin que ni siquiera nos hayamos podido despedir.

Cosas de la vida, o quizás de la muerte.

¡Qué descanse usted eternamente señor Miguel!

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