Reflexiones en la última semana

Quienes me conocéis personalmente y quienes los hacéis a través de este blog y otros perfiles en las redes sociales sabéis de sobra cuáles son mis ideas, y de un modo concreto con que siglas estoy comprometido, por representar en buena medida aquello con lo que me identifico, aunque resulta obvio pensar que siempre existen pequeñas diferencias que hacen que uno no comulgue al 100 por 100 con lo que significa para un asunto determinado la postura oficial de partido. Eso es lo hermoso de la democracia y de un modo especial, lo que enriquece a una formación en la que llevo militando una década.

Esta semana se presenta decisiva, sumamente importante para los intereses de España, y en ellos, este partido, el PSOE, tiene mucho que aportar y mucho por lo que luchar, o pelear como bien dice el lema de campaña. No resulta nada fácil esta cruzada cuando existen datos y encuestas que dan por perdida la batalla, y sobre todo cuando hay quien piensa que quedándose en casa contribuye a construir la democracia desde la apatía y posiblemente la indignación.

La crisis económica que no provocó el PSOE, ni tampoco Zapatero, ha sido detonante de una de las épocas más nefastas para los intereses de los españoles. Cinco millones de parados son una lacra y un problema social, que en buena parte puede ser achacable a la gestión de gobierno. No cabe duda, que esta responsabilidad no es totalmente de un gobierno y del partido que ha tenido que aguantar hasta límites insospechados la tensión constante de los mercados y de la calle, a pesar de lo cual no ha titubeado en mantener la estabilidad incluso en contra de algunos principios dogmáticos con los que se fundó este partido hace más de 100 años.

Nadie tiene la varita mágica. Ya lo estamos comprobando en el propio país en Comunidades como Extremadura, Castilla-La Mancha, la propia Cataluña y es por ello, que debemos reflexionar realmente sobre lo que es o no es responsabilidad de un gobierno socialista que a pesar de los posibles errores siempre miro más los intereses de estado, que los propios del partido.

Seguramente ese precio se pague en las urnas, pero es importante destacar y resaltar que a pesar de la última época del gobierno socialista (condicionada por la economía y los mercados, con el incremento exponencial del paro) hay que valorar también el impulso que se le dio a la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, a la igualdad en la educación, a la sanidad, a la ley de dependencia, a que los trabajadores autónomos pudieran tener los mismos derechos a las prestaciones por desempleo... y a todo un amplio rosario de conquistas o logros sociales, que jamás antes se habían logrado.

Los ciudadanos/as y sus votos tendrán la última palabra y será acatada -como corresponde- por quienes nos sentimos y ejercemos cada día de demócratas. Pero no hay nada decidido, y por ello no podemos resignarnos a la derrota. La lucha sigue y se torna más intensa si cabe en los últimos días. Nada hay escrito de antemano y es por ello que la mejor manera de combatir la crisis, de luchar contra el paro y de apostar por el futuro de este país, es yendo a votar el domingo.

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