Nuevo ataque a Ibarra

Cuando escuché en directo la rueda de prensa que este miércoles ofrecía Juan Carlos Rodríguez Ibarra con respecto a la noticia que los medios de comunicación, especialmente los de corte conservadora, habían publicado sobre su oficina institucional, me sentí bastante mal por el hecho de que tuviera que salir a la palestra a defender algo que la voluntad del Parlamento Extremeño había aprobado por mayoría y que nadie había cuestionado en cuatro años que lleva funcionando. Me llamó la atención que lo hiciera en el Parlamento extremeño, aunque si lo hizo supongo que tendrá su justificación. Tengo que confesar que no conozco en profundidad a Juan Carlos , aunque sí lo suficiente como para defender a capa y espada su honradez y su honor en torno a esta nueva cruzada que le han montado, y que viene a suceder a otras como la del despacho para Vera y algunas más.

Creo que la figura de Ibarra es fundamental en la historia reciente de Extremadura y crucial a la hora de valorar el progreso y los avances que ha tenido esta tierra en los últimos 30 años. Si lo ha sido en Extremadura, también lo ha sido en la federación socialista extremeña, donde ha ejercido un liderazgo fuerte y más que digno, siendo capaz de ceder el bastón de mando de manera ordenada a Guillermo Fernández Vara. Como socialista me preocupan el que haya vuelto a romper cristales, arremetiendo contra compañeros/as de la Asamblea, especialmente por la situación coyuntural en la que se encuentra el partido, pero cuando lo hace -insisto- sus motivos tendrá.

A juzgar por los hechos está claro que cuando algunas personas de la derecha se ven con poder, con posibilidades de ello y crecidas, acaban perdiendo el honor, las formas y nos muestran su cara más radical y extrema, que persigue e intenta aniquilar todo aquello que entiende como amenaza, contrario a sus ideales, y no les importa "fusilar" con la calumnia, la difamación y el amedentramiento y con ello, imponer su supremacía. Más le valía a Monago que presentase, junto con Hernández Carrón, la declaración de sus ingresos, como le obliga una norma aprobada en la Asamblea de Extremadura, o que las mostrasen a todos los medios de comunicación regionales para demostrar su transparencia. Les daría muchos puntos y credibilidad ante el pueblo extremeño, que en buena parte duda ya de sus formas y maneras para optar al gobierno.



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