La estrategia equivocada

Estoy convencido de que hay algunos dirigentes políticos de la derecha española que están deseando se perpetre algún atentado terrorista o quizás de que nuestro sistema económico y financiero se venga al traste y tengamos que ser rescatados como nuestros vecinos lusos. Es increíble como el ansia de poder es capaz de poner en boca de un político tal sarta de barbaridades y de calumnias difamatorias. No existen límites para poner en tela de juicio al rival y la dignidad no importa, si al final se logra llegar al gobierno.

En Madrid, con ETA como eje vertebrador de una precampaña salpicada de declaraciones cargadas de odio y de una falta absoluta de patriotismo, o de lealtad ante un gobierno que mantiene contra las cuerdas a la banda, tal y como la mayoría de españoles deseábamos hace años. En Extremadura, intentando sacar bulos sin pruebas para intentar ensuciar la imagen de uno de los líderes españoles mejor valorados, Guillermo Fernández Vara, que está muy cerca de rozar de nuevo la mayoría absoluta. No soy experto en estrategias políticas pero me da la impresión de que tal planteamiento se aleja bastante de lo que la ciudadanía espera de quien pretende gobernarla. Mas bien queremos escuchar hablar de oportunidades, de empleo, de beneficios sociales, de igualdad, de educación, de sanidad... ¿O eso es cosa de la Izquierda?

Pero ¿Es qué los ciudadanos/as somos gilipollas? Resulta evidente que la clase política en general tiene momentos de credibilidad muy bajos y que existe cierto distanciamiento. Pero, de ahí a dejarnos llevar por discursos de esa naturaleza, de visionarios que no tienen ni soluciones para los problemas donde gobiernan, o de líderes que pretenden hacernos ver que somos lo peor de lo peor, hay un tremendo abismo.

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