Al pueblo de Pescueza y sus gentes



Una vez más la ambición, el coraje y la unidad de un pueblo pequeño, ha permitido poner en marcha -por tercer año consecutivo- el denominado "El Festivalino", el festival más pequeño del mundo. Obviamente el nombre se le va ir quedando pequeño en cuanto a éxitos y a organización, porque me encantaría que siguiese siendo humilde en su concepción y en su manera de implicar a los verdaderos protagonistas de este evento cultural que recibe la primavera en este bello pueblo del Valle del Alagón, Pescueza, al que un buen día conocí y del que aún sigo enamorado, especialmente por los valores y lo que representa para el mundo rural, como ejemplo de la "no resignación" y de búsqueda de alternativas por mantener vivo un pueblo pequeño, con todos lo que eso significa de fijar población, y atraer recursos, sobre todo humanos. "Si se quiere, se puede". Hermosa frase para tener presente siempre.

Un año más, José Vicente, Cristina, Elsa y resto de vecinos/as de este rincón de nuestra querida Extremadura os habéis ganado el pan del éxito, con el sudor de vuestro esfuerzo y dedicación. Y yo, en la distancia, con el orgullo de quien se identifica con unos ideales, escucha vuestra voz, comparte vuestro presente y también vuestro futuro, no puedo dejar de escribir estas breves palabras para expresar mi felicitación, mi ánimo y sobre todo, mi amor hacia esa tierra tan maravillosa y hacia sus gentes que se conforman como un ejemplo para el emprendimiento y la ruralidad para todos cuantos apostamos por este modelo como fuente de vida y de progreso.

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