De Monseñor a Fray

Hace pocos días conocí a través de algún medio de comunicación la noticia de que uno de los prelados de la jerarquía eclesiástica española más valientes, populares y cercanos, Monseñor Carlos Amigo Vallejo, ha dejado el arzobispado de Sevilla, según parece por iniciativa propia, tras presentar su renuncia el pasado mes de septiembre por motivos de edad (a partir de los 75 años el derecho canónico marca que puede ser relevado). Un enorme vacío, de contenido y de humildad nos deja este hombre de bien, no sólo en la Conferencia Episcopal sino en la Iglesia Católica Española.

Yo tuve la ocasión de conocerle en persona hace poco más de un año, cuando estuvo en la novena de la Virgen en Guadalupe y compartió un rato con los miembros de la Coral Santa María de Guadalupe. Me sorprendió, además de su corpulencia, su manera de hablar y de conectar. A los pocos días de aquella visita le envié una foto del momento y tuve la inmediata respuesta de agradecimiento por su parte. En Sevilla le van a echar de menos y sobre todo, quienes dentro de la Iglesia nos posicionamos hacia posturas críticas perdemos un importante aliado, una persona con coraje y valor para hablar de temas tan peliagudos como el aborto, la donación de órganos o el matrimonio entre personas del mismo sexo.

Quién sabe. A lo mejor, en poco tiempo lo vemos vinculado a los frailes menores de la bética y regresa a Guadalupe para quedarse más tiempo. Desconozco si está dentro de lo posible o no, pero si que estaría bien tener cerca a alguien como él.

Desde este pequeño espacio del mundo, le deseo lo mejor en su nueva vida franciscana, sobre todo un retiro pleno de paz y de bien.

En la red he conseguido este vídeo que ilustra su vida espiscopal.









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