Reflexiones sobre el panorama actual

Parece que en esta crisis todo se complica. El refrán popular de "al perro flaco todos son pulgas" alcanza estos días su justificación y veracidad más cruda, pues parece que todo se vuelve en contra de los/as ciudadanos/as, hasta el tiempo parece incluso haberse contagiado de esta especie de epidemia que vive el mundo, descargando nieve y frío para desgracia de algunos y para caldo de cultivo del ataque a degüello de otros (caso Barajas y nevada de Madrid). Todo parece complicarse en estos días y todos pretendemos buscar culpables y lanzar balones fuera, como si esto fuese cosa de los demás, especialmente de la clase política . Cualquier rincón de nuestros pueblos y nuestras ciudades (el centro médico, la entrada del colegio, el bar, una acera...) son el escenario ideal para entablar a golpe de crítica, razonamientos "salvadores" y de cátedras populares, conversaciones tan absurdas como cobardes y tan egoístamente necias como infundadas.

Y yo me pregunto sobre el papel que cada uno de nosotros desempeña en esto. Sobre si realmente y a título individual ponemos algo de nuestra parte en mejorar la situación o por el contrario, además de no hacer nada, nos recreamos en poner verdes a quienes tienen la responsabilidad política de poner fin ante tanto desorden y ejercemos de manera cobarde la libertad de expresión, sin reflexionar internamente sobre aspectos morales que también han de guiar nuestras acciones y que debieran formar parte de nuestro "modus vivendis".

Resulta demasiado fácil criticar a los gobiernos, a los banqueros, a las empresas de construcción, etc., culpándoles de muchos de los males que padece la sociedad en la actualidad, especialmente en el ámbito de la economía, pero mientras que no nos concienciemos de manera individual sobre algunas cuestiones y arrimemos el hombro también desde la austeridad, la solidaridad y el ejercicio del consumo responsable esta situación tendrá mayor prolongación en el tiempo.

Mientras que no nos apliquemos el cuento y contribuyamos a ello, nadie tiene autoridad moral para juzgar o para poner en duda algunas de las acciones y de las vías de solución que desde algunas instancias se realizan, y mucho menos si cuando lo hacemos no ofrecemos ideas creativas e imaginativas que puedan contribuir a mejorar el panorama actual. La complicidad indirecta a veces es más dañina que la situación que en un momento determinado se pueda padecer, máxime cuando existen muchos elementos que intervienen y nadie sabe "a ciencia cierta" los orígenes que han provocado este caos global.

La salida de esta situación es por tanto responsabilidad de todos y cada uno de los que, directa o indirectamente, la padecemos.

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