Propósito de enmienda


Foto: http://blog.pucp.edu.pe

¿Quién no ha sentido en alguna ocasión los efectos de eso que denominan estrés?. Esa sensación que te asfixia y te ahoga, que te produce ansiedad y te genera sensación de que está todo por hacer y que el tiempo se agota. Yo, al menos suelo sufrir ataques de estrés de cuando en cuando, aunque procuro controlarlo al máximo y no sucumbir a sus efectos, aunque a veces mi afán de superación, posiblemente el no saber decir no a ciertas cosas y el pretender acaparar más de lo que realmente puedo, me ha generado más de un quebradero de cabeza.

Más preocupante y de mayor gravedad -al menos es lo que creo- es que esta dolencia o síntoma lo padezca un niño, y según parece esto sucede más a menudo de lo que en un principio podríamos creer. El periódico digital 20 minutos en su edición de hoy publica un interesante artículo que habla de la peligrosidad que supone y como está creciendo entre los más pequeños de manera alarmante. Y es que casi siempre la culpa de este tipo de patologías y otras que tienen que ver con aspectos psicológicos, padecidas por los niños suelen tener bastante relación, o mejor dicho, están estrechamente ligadas a sus padres. Efectivamente, todos somos conscientes de ello e incluso somos testigos fieles (porque nos movemos en algunos ambientes que nos propician observarlo y corroborarlo) de que muchos padres parecen desentenderse de sus hijos, los despachan rápido de su compañía y a veces les embarcan en demasiadas aventuras para las que aún no están preparados. No es difícil que un niño cuando acabe sus clases en el colegio y tras comer a marchas forzadas vaya a actividades extraescolares, inglés, fútbol, informática, música, etc. , todo ello olvidando lo más importante para un niño, el juego, eso que tanto nos ha dado a quienes vivimos otros tiempos no tan lejanos.

Este artículo también habla de nuestra complicidad, a veces voluntaria a veces involuntaria, de problemas que tienen nuestros hijos como la obesidad, provocados por demasiado tiempo en la Play, en la televisión o en el propio ordenador. Y realmente es así. Quien más y quien menos se ha desentendido en alguna ocasión de su hijo, una y otra vez, para que le deje tranquilo a base de este tipo de remedios milagrosos. Yo mismo, tengo cierta adicción a ello, sin que ello signifique que no deba y de hecho la hago, autocrítica, aunque luego, por las diversas actividades que uno se ha asignado, se vea siempre superado por ese afán al que me refería al principio, con el correspondiente perjuicio para los pequeños.Al menos entono el propósito de enmienda que ya es un paso importante.

Comentarios

Entradas populares de este blog

20 de junio de 2012

Nos dejó Carlos Cordero Barroso

Instalaciones deportivas abandonadas