Oportunidad ¿perdida o ganada?

Hay veces que las oportunidades surgen cuando ya no hay tiempo para responder y para aprovecharlas. A partir de cierta edad las inquietudes y el afán de triunfo o de promoción personal quedan en un segundo plano, porque realmente uno se siente con la responsabilidad de tener que atender a otra prioridades, especialmente de tipo familiar y personal. Mi condición de cantante y coralista me ha brindado hace unos días la oportunidad de poder participar en un concurso de Cuatro, una de las televisiones privadas de mayor éxito, gracias a un buen amigo, Pedro, de Montijo. Lo cierto y verdad que el programa que se pretende poner en marcha me atrae muchísimo: se trata de un concurso de coros en los que un grupo de personas forman una masa coral apadrinada por un artista, en este caso Soraya Arnelas, la medalla de Extremadura. El hecho es que cada padrino o madrina, elige a su coro y para ello me han remitido cómo acceder al casting que se celebrará en Valencia de Alcántara, pueblo de la cantante extremeña y responsable personal de la selección. Evidentemente he declinado, por motivos familiares, el participar en el mismo, sobre todo porque sería muy doloroso presentarse y dejar de lado muchas cosas, además de que sería una pretensión demasiado egoísta por mi parte el abandonar todo por esto, cuando uno se plantea si realmente merece la pena o por el contrario será algo negativo.

La cuestión es que no participaré, pues prefiero seguir no tener que sufrir la decepción o la alegría que suponen entrar en un casting, y me inclino por seguir cantando en mi coral y en la misa de niños del domingo. El ritmo de mi música me lo marco yo y mi familia, y prefiero no estar manejado por batutas comerciales que puedan encontrar en mi algún tipo de negocio o de producto.

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