Compromiso social firme

Un poco más tarde de lo habitual y por falta de tiempo, debido a mis ocupaciones y compromisos sociales, quisiera reflexionar en voz alta sobre el grado de implicación o de solidaridad que tenemos para con las personas de nuestro entorno y las redes sociales en las que estamos sumergidos, especialmente de manera voluntaria.

Participo en varias asociaciones como cualquier persona que guste de participar y de ejercer algún tipo de hobby o actividad. Quizás mi caso sea particularmente excepcional o excesivamente atípico. Al menos eso es lo que comenta mi compañera, casi siempre refiriéndose al poco tiempo que este tipo de cosas te deja para uno de los pilares más importantes en la vida, que es sin lugar a dudas la familia. Lo cierto y verdad es que algunas personas poseemos ese don de la perseverancia y del coraje, no nos conformamos con el hoy que queremos llegar al mañana, nos gusta innovar y cambiar la realidad que nos rodea y no nos conformamos con preservar lo de siempre.

A pesar de todo, tengo que confesar que en múltiples ocasiones uno desea tirar la toalla, dejar de lado sus compromisos y poder vivir con mayor sosiego, sin complicarse la vida. Realmente, la raza humana es muy cruel con ella misma, destructiva por naturaleza y voraz y asesina, cuando se trata de perjudicar al enemigo natural, real o alegórico. Dirigir con mimo y con esfuerzo un colectivo, especialmente en un pueblo y con un grupo diverso y complejo, a veces no es lo más aconsejable, y resulta sumamente complejo, cuando existe un amplio abanico de intereses, casi todos en la dirección contraria o a cierta distancia de los objetivos que uno busca.

El asociacionismo es desagradecido, cobarde y en ocasiones, letal. Aunque no es mi caso, pues me sirven de aliento y estímulo, algunas habilidades sociales que uno ha ido adquiriendo durante muchos años y mi tesón. No se lo pondré fácil a quienes pretenden tirar por la borda el trabajo de muchos años y de mucha gente, y no me rendiré ante cualquier desfallecimiento.



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