El tabú de la palabra crisis

España pasó ayer a cuartos, algo que sin duda no tapará la situación económica que vive el país y cuyos últimos acontecimientos -me refiero a la huelga del transporte- han acrecentado a un ritmo importante, pese a que aún hay quien se resiste a hablar de crisis, algo que no comprendo muy bien y que puede convertirse en algún argumento en contra, como lo supuso para Acebes cuando a bombo y platillo, y según la sentencia del 11M, gritó a los cuatro vientos la implicación de ETA en los antentados, a sabiendas de que nada más lejos de la realidad.

Las estadísticas ya le restan importancia al PSOE, lógicamente por esa transparencia dudosa que parece estar en la mente de todos. En mi condición de socialista, comprendo que con algunas palabras se pueda generar desconfianza, desasosiego e incluso perder cierta cuota de popularidad, algo que no debe de estar reñido con uno de los aspectos más importantes, en mi opinión, a la hora de ejercer la política y de acometer los problemas que surgen en la sociedad. Me refiero a la palabra sinceridad, un vocablo profundo y nada fácil de llevar a la práctica, cuando existen muchos intereses en juego. A pesar de ello, creo que ya va siendo hora de que llamemos a las cosas por su nombre, de que comencemos a abordar con mayor contundencia si cabe los problemas que comienzan a ahogarnos y dejémonos de marear la perdiz. La crisis económica existe, desconozco porque no soy analista ni tengo los datos, el alcance o el estado en el proceso (inicial, maduro, final), pero como ciudadano observo y sufro situaciones nuevas (más paro, huelgas, subida desorbitada de precios...) que me hacen pensar en ello. Además, por lo que me cuentan otras personas, también tienen la misma percepción.

Si el propio Solbes nos llama a apretarnos el cinturón por algo será, y aunque confiemos en él y en su equipo para desarrollar las medidas ya aprobadas e impulsar otras, no podemos permanecer ocultando, desde el punto de vista dialéctico, lo que realmente acontece.Por tanto, espero que no se tarde demasiado en reconocer que España, como el resto del mundo, está inmersa en una crisis económica, de la que espero podamos recuperanos pronto.

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