Un alcalde que pierde galones

El alcalde de Trujillo, José Antonio Redondo, al que no tengo el gusto de conocer, pero con el que comparto afiliación al mismo partido, ha dimitido de su cargo como alcalde y diputado provincial. Lo que me llama poderosamente la atención es que no dé la cara y sea el portavoz de nuestro partido, Francisco Fuentes, quien salga ante los medios y diga que le admite la dimisión. Pero, ¿Cómo es posible que un alcalde electo, independientemente del partido al que pertenezca, presente su dimisión al partido antes que al pueblo? Creo yo que lo primero que tenía que haber hecho, digo yo, es convocar una asamblea ciudadana, si es que quiere a su pueblo como recogen hoy los medios de comunicación, y explicarles todo lo sucedido, de tú a tú, y sin oscurantismos.

Realmente, esto es lo que tiene ocupar un cargo público, que de noche y de día estás expuesto a tener que dar ejemplo en todo, a cumplir el primero las normas de convivencia y a estar expectante ante cualquier error que pueda, como es el caso, cambiar radicalmente el rumbo de tu vida y de tus aspiraciones políticas. Es una pena, que un alcalde que ha transformado un pueblo a unos niveles altísimos, que haya hecho una gestión buena en un pueblo, tenga que irse por la puerta de atrás.

Esto, ha de servir a todos los que tienen cargos públicos a reflexionar, a tener muy presente que están por y para el pueblo, que cualquier descuido y cualquier manifestación inapropiada puede ser la sentencia de muerte política, que los errores se pagan y que al final, lo que cuenta no es lo bueno que se haya hecho, sino lo menos bueno e incluso lo peor.

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