Laicismo, laicidad y libertad religiosa

En este día en el que los católicos celebramos el Corpus Christi, me gustaría hablar del laicismo, la laicidad y la libertad religiosa, en los siguientes términos:

Desde que la Vicepresidenta Fernández de la Vega anunciase la futura modificación de la Ley de Libertad Religiosa, cuyo actual texto data de casi treinta años, parece que han surgido un gran número de colectivos y de reivindicaciones en torno al laicismo y en contra de la religión, en mi opinión llevadas a niveles de radicalidad injustificados e incluso me atrevería a decir claramente polarizados hacia la Iglesia Católica. Sinceramente no entiendo algunas conductas en contra de los símbolos y tradiciones católicas, y la beligerancia con la que parece se están abordando. La laicidad- que no el laicismo- según el catedrático de la Complutense, Gregorio Peces-Barba, “es una situación, con estatus político y jurídico, que garantiza la neutralidad en el tema religioso, el pluralismo, los derechos y las libertades, y la participación de todos”, y por tanto amparada por el estado, tal y como se recoge en la Constitución Española de 1978 que reconoce la libertad religiosa y de la confesionalidad del Estado (artículo 16.1) y tiene en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española, mantiene las relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones, tal y como se específica en su artículo 16.3, además de que desvincula claramente el Estado de las confesiones religiosas. Con lo cual, parece que los límites están, al menos desde el punto de vista constitucional, demasiado nítidos como para plantear conflictos.

Con respecto a la libertad religiosa, parece lógico que la situación contextual en nuestro país, específicamente la existencia de una mayor pluralidad religiosa, supone un trato igualitario para todas y cada una de las confesiones religiosas reconocidas y por tanto, una necesaria revisión de las normas constitucionales establecidas, fundamentalmente porque existe una mayor diversidad que hace que la anterior ley se haya quedado obsoleta en algunos aspectos. Ahora bien, eso es algo que ya recoge y ampara la Constitución, y que parecen no tener presente quienes lanzan cruzadas mediáticas en defensa del laicismo del estado, y en contra de la Iglesia. Curiosamente, llama poderosamente la atención, que las acciones que se han emprendido parecen estar dirigidas a una sola de las religiones, la católica, quizá porque se piensa que ahora es el momento y que las condiciones y connotaciones políticas son idóneas. Me temo que en este sentido, van a dar en hueso, y en contra de lo que pudiera parecer, a pesar de los recientes enfrentamientos Iglesia-Estado, en este país el cristianismo tiene mucho peso, lo que en mi opinión supone una maniobra arriesgada y en ningún caso, avalada por la mayoría necesaria, que ve en tales movimientos otro tipo de intereses, demasiado ambiguos.

Los hechos surgidos recientemente- algunas de ellas en Extremadura- en torno a este asunto, me parecen un tanto radicalizadas y fuera de contexto, sin perder de vista mi respeto hacia la libertad de opinión que todas las personas tenemos. Lo queramos o no, nuestra cultura, historia y modelo de convivencia, están llenos de connotaciones y elementos relacionados con el catolicismo, la mayoría de los días festivos señalados en el calendario tienen que ver con él, y no por ello renunciamos a disfrutar de ellos. Podríamos citar muchísimos ejemplos que avalan estas afirmaciones, y me gustaría saber si la mayoría de ciudadanos estarían dispuestos a renunciar a ellos, pues sencillamente –independientemente de nuestra confesión, si es que la tenemos- asumimos ciertas normas establecidas y no nos cuestionamos para nada su procedencia o no, porque simplemente nos interesan. Por tanto, tengamos paciencia a la hora de abordar estos asuntos del laicismo, la laicidad y la libertad religiosa, porque tienen mucha importancia y repercusión en las personas. Emprender esta reforma, influenciados por algunos movimientos sociales y sin el debido conocimiento y profundidad, llevaría a una confrontación social de gran calado, que bien creo, no sucederá en este país.

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