San Blas y Carnaval
Este año bisiesto ha querido hacer coincidir dos fiestas significativas para los guadalupenses, San Blas y los Carnavales. San Blas bendito, un santo que en Guadalupe tiene su propia ermita y que mañana se vestirá, si el tiempo no lo impide, de gala para acoger a fieles y romeros, aunque con cierto decaimiento en los últimos años, comparándolo con otras épocas en las que la fiesta tenía un diverso programa de actividades, desde cucaña, carreras de sacos, piñata, y mucha animación popular. Ahora, la batalla festiva se libra más bien en bares y discotecas tras la jornada campestre.
De los Carnavales poco tengo que contar, pues nunca gusté de disfrazarme ni siquiera en mis épocas de la infancia, aunque no dejo de reconocer que es una de las fiestas más arraigadas en el pueblo, sin ninguna seña de identidad propia, sino más bien una manera estandarizada de celebrar a Don Carnal y Doña Cuaresma, y una forma de integración donde cristianos y paganos, ateos y apnósticos, celebran curiosamente una fiesta cuyos orígenes y fundamentación es católica, unos días previos a la Cuaresma donde se reponían fuerzas para el periodo previo a la Semana Santa. Ahora, esto ya se ha convertido en algo lúdico y con fuertes connotaciones consumistas y despilfarradoras, especialmente por que todo lo que sea fiesta y adquisición de elementos materiales como los disfraces, supone un desembolso económico considerable. O si no echad cuentas y os daréis cuenta de que así es.
Continuando con el Carnaval es importante saber que esta palabra procede del latín "carnelevarium", o sea quitar la carne y se refería a la tradición religiosa de quitar la carne en la época de la Cuaresma, algo que hoy día está ya un tanto alejado del sentido original. Es por tanto interesante saber que esta fiesta, como otras muchas, es una fiesta cristiana, relacionada con la iglesia, mayoritariamente celebrada en todos los lugares y por tanto, una tradición religiosa que nos indica lo importante de esta religión en la historia y en las manifestaciones populares de los pueblos.
De los Carnavales poco tengo que contar, pues nunca gusté de disfrazarme ni siquiera en mis épocas de la infancia, aunque no dejo de reconocer que es una de las fiestas más arraigadas en el pueblo, sin ninguna seña de identidad propia, sino más bien una manera estandarizada de celebrar a Don Carnal y Doña Cuaresma, y una forma de integración donde cristianos y paganos, ateos y apnósticos, celebran curiosamente una fiesta cuyos orígenes y fundamentación es católica, unos días previos a la Cuaresma donde se reponían fuerzas para el periodo previo a la Semana Santa. Ahora, esto ya se ha convertido en algo lúdico y con fuertes connotaciones consumistas y despilfarradoras, especialmente por que todo lo que sea fiesta y adquisición de elementos materiales como los disfraces, supone un desembolso económico considerable. O si no echad cuentas y os daréis cuenta de que así es.
Continuando con el Carnaval es importante saber que esta palabra procede del latín "carnelevarium", o sea quitar la carne y se refería a la tradición religiosa de quitar la carne en la época de la Cuaresma, algo que hoy día está ya un tanto alejado del sentido original. Es por tanto interesante saber que esta fiesta, como otras muchas, es una fiesta cristiana, relacionada con la iglesia, mayoritariamente celebrada en todos los lugares y por tanto, una tradición religiosa que nos indica lo importante de esta religión en la historia y en las manifestaciones populares de los pueblos.
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