Los peajes de las zonas rurales

Ayer estuvo en Las Villuercas el Presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara. Lo hizo dentro de su programa de visitas a los pueblos y gentes de Extremadura, cuyo compromiso asumió en el discurso de investidura, visitando la bella localidad de Roturas de Cabañas. Por lo que he podido leer hoy en la prensa regional y en el espacio de comunicación oficial de la Junta, en su intervención habló de los peajes del medio rural, de su existencia y de su esfuerzo por superarlos.

Quienes vivimos en un pueblo, alejado de un núcleo mayor de tipo medio, sabemos bien de las desventajas y de las diferencias con respecto a las zonas consideradas urbanas, sin embargo nunca nos hayamos detenido a enumerarlos para su conocimiento o acaso para concienciación, sensibilización o convencimiento para quienes tienen la responsabilidad de trabajar por la igualdad entre las personas, incluidas estas que nos ocupan.

Algunos de los peajes que pagamos en el medio rural son los siguientes:

- Mayor facilidad para perder la vida en una carretera camino de un hospital, en un accidentes en una zona en la que posiblemente no hay cobertura de red para móviles o en el trayecto para comprar algunos artículos que no existen en el pueblo.
- Mayor coste económico para poder estudiar en la Universidad, teniendo que enviar a nuestros hijos a las ciudades con campus.
- Menos oportunidades de acceso a la cultura y a ciertas actividades públicas.
- Brecha digital y tecnológica, que nos sitúan en muchos casos a la cola en tecnología y en sociedad del conocimiento.
- Imposibilidad de acceder a ofertas de vivienda pública similares a las que hacen las administraciones en las ciudades, como por ejemplo las viviendas a 60.000.
- Capital humano muy envejecido y falta de iniciativa emprendedora.

A pesar de todo, también tenemos nuestras ventajas, que para quienes viven en las ciudades serán más bien peajes que ellos tienen que pagar:

- Entorno privilegiado, sin contaminación y bien conservado.
- Convivencia y valores humanos muy profundos.
- Menos estrés y más sosiego.
- Más seguridad ciudadana.

Resulta muy complicado calibrar qué pesa más en la balanza. A pesar de ello yo siempre estaré de parte de los que estamos en el campo, sobre todo a la hora de reivindicar igualdad, pues al fin y al cabo, nuestro voto vale lo mismo que el de la ciudad, y nuestros impuestos también.


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