Opinión de un patriota

Parece que la palabra pratiota se ha convertido en uno de los vocablos más empleados por los políticos para adornar o darle contenido a sus discursos. Si acudimos al diccionario de la lengua española, este nos dice literalmente que significa "persona que tiene amor a su patria y procura todo su bien". Si hacemos caso a Zapatero que nos ha pedido hoy en su intervención el Foro de la Nueva Economía que quien desconfíe de la economía debiera derrochar unas gotitas de patriotismo a la hora de realizar apreciaciones sobre esta cuestión, es posible que más que patriotismo, que creo lo tienen la mayor parte de los españoles de a pie, lo que nos invade es una realidad que nos acecha cada día y nos muestra esa incertidumbre en el bolsillo, a la que yo me refería en uno de mis artículos publicados en el Extremadura, y que provoca algunos cambios en nuestra vida, a los que no estamos acostumbrados y que nos preocupan bastante más que otras cuestiones como por ejemplo, quien vaya de número uno o dos en cualesquiera de las listas de cualquier partido político, o quienes sean los candidatos con mayor o menor respaldo en los Estados Unidos.

A veces da la impresión, y no afirmo que sea el caso, que hay personas que viven en los mundos de Yupi y que no reconocen que existen problemas serios en la economía, que hay mucha gente pasándolo mal y que no parece que esto vaya cambiar en un corto espacio de tiempo. Por si fuera poco, las circunstancias y algunos condicionantes ajenos a la política, nos han dejado algunas consecuencias, nada vanales, que empezamos a sentir quienes por ejemplo este año, a pesar de que se comenta que las rebajas son agresivas, nos resistamos a ir, o incluso preferimos pasar más frío que en otros inviernos para no tener que llenar tantas veces el depósito de gasóleo, y así podíamos estar hablando de cosas cotidianas, que suelen ser el denominador común en muchas familias. Y menos mal, que uno se puede sentir privilegiado con respecto a otras personas, que viven en peores condiciones.

En resumen, mucha precaución a la hora de aventurarse en cuestiones económicas que afecten a los bolsillos de los ciudadanos, porque con las cosas de comer no se juega. Y sobre todo, mucho ahorro por si acaso.

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