Se acerca la Navidad

Un año más, al llegar el puente de la Inmaculada, he comenzado a redactar mis felicitaciones navideñas, tarea que me ocupará unos días, no porque tenga una cantidad de tarjetas importante, sino porque me gusta personalizar al máximo mis misivas y eso te roba algo más de tiempo . En este sentido, soy de los que opina que por muchos sms, messenger, mensajes de mail y todas esas cosas, que pretendan imponernos como vanguardias para felicitar las fiestas, no hay nada más clásico y saludable para el espíritu de la Navidad, que escribir algo, de puño y letra, para dirigirte a las personas con las que no sueles alternar desde hace tiempo, para esa gente con la que no podrás compartir las fiestas o para los viejos compañeros o compañeras de internado, de universidad, de milicia, etcétera.

Siempre cuando se acercan estas fiestas me surgen las mismas cuestiones acerca de si la verdadera Navidad, esa que aprendimos -al menos los de mi generación y sus antecesores- a disfrutar y a vivir con intensidad, está perdiéndose poco a poco, de manera silenciosa y con la complicidad de las leyes del mercado, que imponen algunas normas de manera pasiva que nos hacen caer en redes de consumo, de dependencia y de pérdida de identidad, que se traducen en algunos casos en la aniquilación irreversible de costumbres y tradiciones, entre ellas esta de la que hablaba al comenzar este pequeño relato a modo de reflexión.

Uno ya no sabe si Santa Claus o Papá Noel es bueno o es malo, si rivaliza con mis queridos Melchor, Gaspar y Baltasar, o por el contrario es un invento -al menos no aparece en los textos bíblicos, de donde nace el sentir de la Navidad y su significado- que procedente de otras culturas comienza a tener adeptos entre los que siempre fueron fans de los reyes magos. Todo un mundo de confusiones que al menos, en lo que a mí respecta, sí lo tengo claro y espero que lo sepa inculcar sin imposición también a los que me suceden en el árbol genealógico. La Navidad es una fiesta ante todo cristiana y después una expresión de unidad, de júbilo y de solidaridad, valores que se encierran en la familia mejor que en ningún otro grupo humano. De ahí la importancia de celebrarla junto a nuestros seres queridos más cercanos.


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