El camino oscuro de los precios agrarios

Por primera vez en mucho tiempo las organizaciones profesionales agrarias, las OPAS, parecen estar de acuerdo ante el oscuro panorama de precios que estamos sufriendo en este otoño, especialmente por la supuesta "crisis" del cereal, que está afectando de manera muy específica a productos de primera necesidad como es la leche, o incluso a la carne de pollo, un alimento que siempre se caracterizaba por ocupar los últimos puestos en el ranking de precios y que ahora, parece que está subiendo como la espuma y atraviesa la época más cara de su historia.

Quienes conocemos de primera mano el sacrificio que supone el cultivo y la producción de algunos alimentos -porque tenemos contacto directo con los agricultores y agricultoras, con las cooperativas o porque también hemos vivido en nuestras propias carnes el esfuerzo que supone la recolección de algunas especialidades-no alcanzamos a explicarnos esta abismal diferencia que existe entre el precio que se paga en origen y el que los consumidores pagamos en el mercado, cualquiera que sea el tipo (pequeño comercio, venta ambulante o gran superficie).

Parece que resulta una necesidad de urgencia el establecer alianzas fuertes que permitan borrar el mapa a toda esa serie de empresas y personas, llamadas corredores, intermediarios, distribuidores, etc., cuya misión no es otra que ganar dinero, a veces rozando la estafa o el fraude, a costa de la desesperación de los agricultores y ganaderos, y sobre todo merced a la desorganización que suele reinar entre estos, que se convierte en el caldo de cultivo ideal para que afloren todos estos personajes que en cada campaña aparecen por los pueblos, prometiendo el oro y el moro, jactándose de estar al lado de una gran empresa y caracterizándose siempre por lo mismo, por quedarse con el mayor beneficio posible a costa de los productores.

Esto se conoce muy bien en lugares como en Las Villuercas con poca o ninguna tradición comercial, con un movimiento cooperativo de subsistencia que se dedica a mirarse el ombligo y
con muy pocas ganas de mejorar. Cuando yo estudiaba en la universidad había un profesor, el mayor de todos, que siempre nos decía que con él, quien quisiera aprobar, aprobaría. Del mismo modo yo les diría a los productores que quien quiera sacar más dinero lo puede hacer. Ahora bien, solo desde la unidad y con el esfuerzo que supone cambiar radicalmente el modelo, pasando a un activismo más intenso, sobre todo frente a esos que siempre aparecen todos los años por las mismas fechas y con las mismas cantinelas, creo que algo mejorará la cuestión, y sobre todo contando con una masa infinitamente superior. Eso en el mundo cooperativo se llama integración, algo por lo que llevo luchando en esta comarca más de seis años y donde ahora se empieza a vislumbrar alguna salida, pero sin demasiada nitidez.

A lo mejor algún día quien produce es también quien vende, y esto es posible solo con estas alianzas o implementando estrategias de venta de circuitos cortos, sin pretender ir demasiados lejos. Se me ocurre por ejemplo, y ahora que estamos en la época de la recolección de la castaña, que sería interesante disponer en un lugar como Guadalupe, centro turístico de primer nivel, de una tienda especializada donde se pudiese comprar la castaña en bolsas de pequeño tamaño, frescas o asadas, y otros productos relacionados. Estaríamos evitando esos abusos a los que hacía referencia con anterioridad y supondría un coste mínimo, tratándose de una cooperativa agraria.


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