¡Ya está bien de tanta injusticia!

Hoy, después de un mesecito de vacaciones, he vuelto a pisar en el despacho, sorprendentemente sin demasiados papeles a los que hacer frente, aunque -eso sí- con unas ganas enormes de volver al tajo, con las pilas cargaditas y con una buena disposición a resolver la extensa agenda que se avecina en las próximas semanas, con la presentación de proyectos e iniciativas para este mundo rural, mi querida comarca de Las Villuercas, donde no solo he tenido la suerte de pasar mi niñez y juventud, sino que también me ha ofrecido la oportunidad de poner en práctica mi formación universitaria, algo en lo que pienso cada día cuando me dirijo a mi puesto de trabajo por la mañana.

En otro orden de cosas me fastidia, o mejor aún para que se me entienda mejor, me jode -con perdón- que la justicia en este país no se corresponda con lo que los ciudadanos esperamos de ella. No sé si recordáis que un periódico nacional, cuyo director es marido de una diseñadora, publicó una noticia sobre la implicación del expresidente de la Junta de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, en la cobertura de Rafael Vera, lo que significó la comparecencia de este en la Asamblea de Extremadura y la indignación lógica de quien se siente machacado y humillado por quienes obedeciendo órdenes de otros, utilizan un medio de comunicación para atacar a una persona respetable y tremendamente cercana, tal y como he tenido la ocasión de comprobar en su última etapa al frente de la región extremeña. Según recoge un diario regional extremeño, este mismo Periódico se jacta de que el juzgado emeritense en el que Juan Carlos presentó su demanda correspondiente, ha archivado el caso por entender que no ha habido violación de su honor.

No hay derecho a que determinados capos de la prensa y los medios anden sueltos por la calle, campen a sus anchas y se crean verdaderos dioses, capaces de hacer y deshacer a su antojo, y encima la justicia les de la razón. Espero y deseo que Juan Carlos no se quede quieto y si esto es cierto, no cese en agotar todas las vías hasta que al menos se reconozca el daño moral y emocional hecho para con su persona.

¡Ya está bien de tanto cachondeo y de tanta injusticia!

Ah, perdón si os ofende algo de mis palabras.


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