A Nicolás Sánchez Prieto, el cura poeta

Suele suceder que cuando se ponen en orden algunas cosas, de esas que siempre tienes pendientes, salen a la luz verdaderas joyas, objetos con cierta significación, fotografías, cartas... Este es el caso de mi último hallazgo: una carta del que fuese cronista oficial de la Puebla y Villa de Guadalupe, Nicolás Sánchez Prieto, que me envió desde Madrid en agosto del año 1982, en plena actividad literaria. Don Nicolás, como se le conocía en el pueblo, fue sacerdote y un enamorado de su pueblo, Guadalupe, cuyo nombre permanece inmortalizado en una de sus plazuelas.

De aquel envío llegaron a mis manos algunos libros y documentos escritos por él, entre los que recuerdo "Guadalupe Chiquitín" y "Fray Mundo", este último aún en mis manos, e incluso algunos Villancicos que a través de Carlos Cordero he recibido diez años después de su fallecimiento, de cuyo "Villancico de los emigrantes extremeños" saqué unos versos para musicalizarlos y darles vida en lo que denominé "Maletas de madera" cuyas notas y letra se escucharon en el I Certamen de Cantautores de Extremadura en el que participé llegando a las semifinales. Sin duda Guadalupe y los guadalupenses tenemos algo pendiente con este escritor, el cura poeta, que dejó de ver la luz en marzo de 1988, hace ahora poco más de 19 años, y cuya sencillez le llevó a escribirme una carta desde la capital del país cuando yo tan sólo tenía 13 años. Estas fueron sus letras:

"Perdóname, amigo Felipe, que no te haya enviado antes lo que me pedías en tu carta, y que me dijiste en la sacristía.
¡Cuánto lo siento!Pero es que hasta ayer no pasé por Madrid y no pude ver tu carta entre otras muchas atrasadas. Pero ya ves que no he tardado nada en enviarte lo que me pedías.
Y que sepas que lo hago con mucho gusto, mucho más que cuando se lo dedico a gente mayor e importante. Tú para mi ya eres imprescindible, desde que eres de Guadalupe y amas a nuestra Virgen y a San Francisco. Rézalos por mi y que un día tú escribas mucho también de ellos. Recibe un abrazo.
Nicolás"


Además de esto, tengo que confesar que por aquella época, cuando lo conocí a él y estuve ayudando al franciscano Luis Vicente García en las tareas de la Revista Guadalupe, surgió mi afición a la escritura que aún hoy mantengo.

Por eso, me parecía importante destacar este entrañable hallazgo personal.

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