Oportunidad para jóvenes universitarios

Hace unas semanas cambiaron de aires Helena y Olga, administrativa y socióloga respectivamente. A mediados del mes pasado finalizó su contrato una periodista, Joana, y hoy, otros compañeros y compañeras (Jorge, Noelia, María de los Ángeles y Jenifer), diplomados y licenciados universitarios, jóvenes y con una buena formación, se disponen a hacer las maletas para volver al mundo del desempleo y a la búsqueda activa de una nueva oportunidad. Siempre se repite el ciclo que se basa en la misma estrategia: una subvención pública da pie a la contratación de personas universitarias durante un tiempo determinado (6 meses ó 1 año) y cuando realmente se logra la integración en la empresa, llega el fin y a esperar hasta la nueva convocatoria, donde probablemente ya no tengas opción de recuperar a ese capital humano al que, de alguna manera, has tutelado o acompañado.

Resulta muy difícil poder fijar población en el medio rural, especialmente joven y con titulación universitaria, si cuando se ha alcanzado un buen grado de adaptación al medio -especialmente quienes tienen que cambiar el chip de la ciudad al pueblo- y existe una predisposición a permanecer en él, no existe una continuidad que permita la consolidación de las contrataciones realizadas y con ello las garantías y seguridad necesarias para ello. Lo peor de todo es que se pierden importantes valores y oportunidades, y quién sabe si en pocos meses los protagonistas de esta historia en su camino hacia el éxito profesional, nos mandarán un e-mail desde cualquiera gran ciudad de este país, hablándonos sobre su nuevo trabajo y de cómo añoran su tierra.

Debe existir alguna estrategia política que permita evitar esta situación y que contribuya de algún modo a frenarla, evitando con ello esa precariedad que tanto daño nos hace y que hace un flaco favor al desarrollo de cualquier territorio. Por tanto, la sociedad extremeña no se puede permitir el lujo de abandonar a estas personas y debe evitar en lo posible su emigración.


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