Los mejores bosques de castaños del mundo...

Después de las sesiones de entrenamiento que he tenido esta mañana no pude resistirme ante la tentación de batir el monte, al más puro estilo de realero, y saltarme el protocolo que los caminos y senderos suelen marcar para disfrutar más si cabe del diálogo se saberes que surjen cuando uno se siente en soledad contemplando verdaderos vergeles, atravesando rincones que a buen seguro nunca más volverá a pisar y avistando improvisadas compañías de las que siempre se aprende algo. Me refiero al majestuoso vuelo del buitre leonado o la propia águila perdicera, con quien me he topado después de muchos años.

Al filo de las 8 de la mañana, y después de pocas horas de sueño, me proponía subir al conocido "Cerro Huracao", para dirigirme hacia el "Arca del Agua", aljibe que tiene mucho que ver con la historia de Guadalupe y sobre todo con su abastecimiento de agua. Tras subir por el camino de Miramontes, el de siempre, en mal estado e invadido por el matorral y algún que otro árbol caído, recordaba mis jornadas de recogida de aceituna en un olivar e incluso recuerdo la caída que el burro de la Claudia (hermana de Santiago Plaza al que le dediqué un post en días pasados) propició a mi madre, mientras cruzaba el "Arroyo del Águila". Las construcciones sin control hechas en los lugares más inhóspitos han sido casualmente descubiertas por este aventurero que, una vez más, se ha sorprendido por la impunidad y por el descaro con el que se construyen. A pesar de ello, he logrado apartar de la cabeza este hecho para seguir disfrutando de uno de los mejores bosques de castaño que jamás haya visto.

Tras llegar hasta la misma puerta del "Arca del Agua" y beber la fría e insípida agua que de allí emana, minutos después de saludar a Bruno Tello y a Quintín que atendían a sus ovejas, me dirigí a la Casa de la Anita, en el paraje conocido como "Los Hoyicios" situado a 900 m. de altitud y muy cerca de la conocida cueva de "Los Maragatos", la cual conocí de manos del franciscano Restituto Rubio, hace la friolera de 28 años. Desde allí, a la "Huerta Nueva" para continuar por el camino del Mato hasta llegar al cruce de este con la "Colada de Miramontes", la cual tomó hasta llegar al lugar que días atrás intuía debía conectar y que enlazaba la ermita de "Santa Catalina" con el Guadalupejo. Finalmente mi olfato no me engañó y así es, existe una Colada (camino destinado antaño a la trashumancia)cuyo trazado coincide con el del mapa topográfico que manejo y que espero algún día señalizar y recuperar, al menos proponer que sea así.

Del Guadalupejo hacia Guadalupe, esta vez por el camino de Vasco que une el Molino del Batán y la piscina que allí se ha construido, no quiero ni pensar cómo, para subir la cuesta que me lleva a la "Roma" y desde allí a casa, donde llego cinco horas después de haber partido.

Realmente mereció la pena y uno comienza a recuperar el espíritu que hace unos años tuvo para con el senderismo y con los caminos de dominio público, cuya continuidad es más que posible se vea truncada con la vuelta al trabajo.

Esto es todo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

20 de junio de 2012

Conocimiento e información para todos

Instalaciones deportivas abandonadas