Los efectos de la economía en un pequeño rincón de Extremadura

En el día de ayer me fue imposible contaros nada. La adsl se cayó y no hubo manera de levantarla. Se trata de un fenómeno bastante común por estas latitudes del planeta y que suele ser consecuencia, yo diría en la mayor parte de las ocasiones, de las tormentas de verano. El refrán que siempre hemos escuchado de "Después de la tormenta llega la calma", en una zona rural de montaña de Extremadura como pueda ser Guadalupe u otros pueblos de Las Villuercas, bien podría transformarse en "Después de la tormenta llegan las averías". En fin, es un viejo problema cuya solución me temo que también nunca llegará mientras que sigamos haciendo oídos sordos.

Ciertamente lo tenemos difícil, pero no sólo en esto, sino en otros aspectos más o menos relacionados con las infraestructuras, tanto las tradicionales como las de comunicación. En pleno siglo XXI no se pueden permitir ciertos aislamientos a los que nos vemos sometidos por el mero hecho de haber decidido, unos voluntaria y otros por circunstancias diversas, vivir en un pueblo pequeño, ubicado en una zona de montaña y con serias deficiencias en telefonía, fija y móvil, señales de televisión y radio, e incluso carreteras, en muchos casos determinantes de que una persona pueda vivir o morir, mientras intenta acceder por ejemplo a un centro hospitalario, o hacer una llamada de emergencia. Son cuestiones que para quienes viven en un medio urbano pueden resultan un tanto arcaicas, incluso poco creíbles, pero la realidad es otra bien distinta y quienes sufrimos este tipo de situaciones no nos cansamos de reivindicar la igualdad de oportunidades, y la equiparación con respecto a otras zonas. No se trata, creo yo, de que haya ciudadanos de primera, segunda, tercera o regional, simplemente se trata de hacer justicia, de utilizar la misma vara de medir para todos, tanto en lo bueno como en lo malo. No conozco gobierno que se haya preocupado lo más mínimo de que quienes padecen este tipo de anomalías vean reducidas sus obligaciones fiscales o sean incentivados para, por ejemplo, instalar energía solar o líneas wifi.

Al final todo tiene una sola explicación, que desgraciadamente está transformando el mundo de manera irremediable. Me refiero a la madre economía, a los intereses económicos que unos cuantos tienen frente al interés general y anónimo de otros. El pez grande siempre se come al pez chico, y parece mentira que este instinto animal sea el modus vivendi de una humanidad que camina, si Dios no lo remedia, hacia el abismo, o lo que es lo mismo, hacia la indiferencia y hacia un caos de identidad, cuyas primeras consecuencias ya las estamos padeciendo.

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