El cambio climático llega a nuestros hogares

La pasada noche, o mejor dicho la madrugada de hoy, día 5 de agosto de 2007, pasará por ser una de las más calientes de mi vida, y no piensen que es que mi pareja y yo hemos estado en plan de guerra, sino que hemos pasado las de Caín, sufriendo las consecuencias de una ola de calor de las que dejaran huella en nuestro historial de malas noches.

Cuando escuchamos en los medios de comunicación y de voces del mundo científico las consecuencias que hoy ya sufrimos del denominado cambio climático, no solemos reparar en lo trascendental e importante que resulta tener en cuenta estas opiniones, ya que sufrimos desde hace unos años esos efectos que contribuyen al calentamiento de nuestro planeta y que quizá nosotros, los de mi generación, no experimentaremos de la misma manera que los que nos sucederán y en ese aspecto es precisamente donde me preocupa la cuestión, pensando en mis hijos o mis nietos.

Sinceramente creo que la única solución para paliar o aminorar los efectos del cambio climático pasa por emprender una verdadera revolución desde lo cotidiano, desde lo personal e individual que cada persona puede hacer, independientemente de los compromisos políticos que pudieran asumirse y cuyo grado de efectividad es más bien poco. Se trata de que nos concienciemos de que generar menos gasto energético y que renunciar a ciertos caprichos hará más fácil la vida a quienes nos suceden, y en esa tarea el presente y nuestras maneras de actuar en un consumo más responsable puede contribuir - al menos creo que es la vía más adecuada- a la reducción de las consecuencias que ya estamos sufriendo.

Espero que esto sirva para darnos cuenta de lo mucho que cada uno puede hacer por mejorar el futuro de nuestros hijos.


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