Al padre José Arenas Sabán, o.f.m.

De la misma manera que hace unas semanas los ciudadanos y ciudadanas participábamos en unas elecciones municipales y autonómicas, la Orden Franciscana y más concretamente los franciscanos que se integran en la denominada provincia bética, a la que pertenece Extremadura, han dirimido quiénes serán sus representantes o los responsables de dirigir las acciones de la Orden en la provincia, y en esa dirección también tienen asignada la capacidad o la potestad de nombrar o decidir cambios en los diferentes destinos o conventos franciscanos.

Los pasados 28, 29 y 3o de junio, el convento sevillano de Loreto acogió el congreso post-capitular que habría de nombrar las nuevas personas o nuevos destinos para la provincia para el próximo trienio, de tal modo que una de las personas más carismáticas y también más querida en el círculo parroquial, el padre José Arenas Sabán, después de 6 años de párroco en la Puebla y Villa de Guadalupe, se trasladará a la capital autonómica donde estoy convencido realizará un dignísimo papel como superior y párroco.

El padre Arenas es un sacerdote de discurso profundo y de talante abierto, un franciscano con mucho recorrido, cuyo paso por Guadalupe no pasará desapercibido. Será recordado como el párroco de una generación y sobre todo estará siempre presente en el corazón de quiénes tuvimos la suerte de trabajar a su lado y de disfrutar de su compañía.

Mucha suerte hermano y hasta la próxima.

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