La importancia de las pequeñas cosas

Hoy como en numerosas ocasiones me he quedado sin ver mi programa preferido de la televisión y es que las tormentas que se dan con frecuencia en el entorno donde vivo, me ponen de uñas , y no por el fenómeno meteorológico en sí, al que uno está acostumbrado desde siempre, sino a una consecuencia casi segura del mismo que es la pérdida de señal de televisión durante el tiempo que la empresa mantenedora decida o establezca para abordar las averías generadas. No les quiero ni contar lo que sucedió un fin de año sin suministro eléctrico y nevando, y los asados que se quedaron sin hacer a causa de tan desgraciada incidencia.


Esto que pudiera ser algo anecdótico, tengo entendido que suele estar estrechamente ligado a núcleos rurales y a zonas aisladas o de difícil orografía. Resulta crucial , por ejemplo para alguien que aspira a una alcaldía, conocer la trascendencia que pueda tener para las personas el hecho de que no se pueda ver la final de la UEFA, una corrida de toros o el telediario de las tres, disponer de agua caliente o de calefacción, o simplemente poder disfrutar de la compañía que supone en muchos casos el televisor o la radio.


Se trata sin duda de infraestructuras fundamentales para nuestros pueblos, cuya importancia resulta vital para quiénes viven en el medio rural y conviven con estas pequeñas asperezas, que en ocasiones aparecen en nuestras vidas, las cuales han de limarse, a pesar de que se han convertido en algo cotidiano, tan arraigado que ni siquiera nos molestamos en denunciar o en arrimar el hombro para la búsqueda de soluciones. Esto es lo que nos caracteriza también a las comunidades rurales, que nos preocupamos más de cuestiones de peso y de proyectos inviables económicamente, que de las pequeñas cosas que a buen seguro, con menor costo, nos proporcionarían mayor satisfacción y mejor calidad de vida. Su inclusión en un programa de gobierno concreto supondría un acierto de cara a la ciudadanía y quién sabe si una victoria electoral.



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