Por el sostenimiento de nuestros pueblos

No alcanzo a comprender como muchos alcaldes y alcaldesas prefieren obedecer órdenes o aceptar instrucciones de sus partidos a costa de catapultar a sus vecinos hasta el declive y el abandono. Extremadura es como es, precisamente por la existencia de un modelo de pueblos que caracteriza a esta tierra, por sus tradiciones, sus costumbres, su paisaje y también su paisanaje. Esta identidad rural nos ha caracterizado y nos caracteriza, nos da un enorme valor añadido y nos posibilita un desarrollo socioeconómico peculiar, con grandes oportunidades y potencialidades, pero con algunas deficiencias que -desgraciadamente- empiezan a encender algunas alarmas y a preocuparnos a quienes hemos elegido vivir en ellos, porque pensamos que son la esencia de muchos valores y especialmente porque creemos en sus posibilidades.

Hoy, cientos de alcaldes han recorrido las calles de Mérida para exigir que ningún pueblo de Extremadura eche el cierre. Y no es un motivo baladí. Por mucho que haya quien se empeñe en desdramatizar y aminorar algunas acciones políticas (de las que me vengo haciendo eco en este espacio) el asunto es más grave de lo que parece. La historia es una gran enciclopedia de sapiencia que nos enseña lo bueno y lo malo de las acciones humanas. La experiencia vivida en otras regiones españolas nos muestra con nitidez el destino que corren algunos pueblos sometidos a ciertas limitaciones, generalmente ligados a la limitación de los servicios públicos, de infraestructuras y por tanto, de oportunidades.

Quienes trabajamos en desarrollo rural (y yo camino hacia 14 años) sabemos que la principal motivación de los programas y ayudas europeas para las políticas rurales han tenido como objetivo evitar el despoblamiento de los pueblos, mediante la implementación de medidas de diversificación económica que permitan generar nuevas formas de vida ligadas al medio y con el aprovechamiento de los recursos endógenos. Nuestros pueblos están envejecidos, nuestros jóvenes no disponen de demasiadas oportunidades y también acaban yéndose a la ciudad. Con este panorama solo es posible poder asegurar la sostenibilidad de los pueblos mediante el incremento de la población, especialmente joven; mediante la puesta en marcha de nuevas oportunidades de negocio y sobre todo, poniendo en valor los recursos endógenos y humanos que nos caracterizan y nos dan este toque de autenticidad.

Cuando se limitan los servicios sanitarios estamos fomentando que la población de nuestros pueblos, mayoritariamente mayor, se piense el vivir en ellos. Además estamos bloqueando los movimientos de retorno de mayores (hijos del pueblo) hacia sus orígenes, por lo mismo. Pero, es que si además cerramos las escuelas, o limitamos algunos servicios educativos, estaremos limitando las oportunidades a familias enteras, lo que se traduce claramente en una regresión demográfica que termina al cabo de los años con un pueblo abandonado y a su suerte, porque obviamente se pierde masa crítica, se pierde poder de inversión y se genera un movimiento migratorio del campo a la ciudad, potenciando los grandes núcleos urbanos.

Por eso, cuando hablaba de este asunto como nada baladí, quería justificar mis palabras y sobre todo los movimientos que empiezan a aflorar en defensa de los pueblos, de las escuelas rurales, de los Puntos de Atención Continuada... en definitiva de todo eso que tanto nos ha costado conseguir y que en poco tiempo no sólo no nos permitirá avanzar, sino que a buen seguro nos hará retroceder pero en un contexto muy diferente.

De nada sirve esforzarse en generar oportunidades y en promover proyectos de turismo sostenible, de desarrollo local y rural, si al final no hay personas que lo puedan mantener y que lo puedan ejecutar. Tiene que haber fórmulas y mecanismos que nos ayuden a ello y con ese empeño hemos de trabajar cada día, desde el lugar que a cada uno nos corresponde.

Comentarios

Entradas populares de este blog

20 de junio de 2012

Nos dejó Carlos Cordero Barroso

Instalaciones deportivas abandonadas